lunes, 8 de diciembre de 2008

Ensayo final: El escritor detective

El escritor detective


La más noble función de un escritor es dar testimonio,

como acta notarial y como fiel cronista,

del tiempo que le ha tocado vivir.


Camilo José Cela


La tarea del cronista resulta analizable desde múltiples puntos de vista teniendo en cuenta la gran variedad de métodos y herramientas que tiene a su disposición para generar un relato que mantenga la atención del lector, no sólo por lo que cuenta, sino por cómo lo cuenta. ¿Qué es aquello que lo diferencia del resto de los periodistas?; ¿Cuál es la particularidad de su labor, aquello que lo hace distinguirse, resaltarse?

En principio, es escencial la mirada profunda del cronista, que capaz de detectar los más mínimos destellos de lo que podría llegar a convertirse en una historia interesante, se sumerge en un mundo que espera ser descubierto y revelado en una composición que mezcla esas imagenes particulares ubicadas en la generalidad de lo común.

Ante todo, el cronista es un observador. Pero no cualquier observador, sino un observador sagaz, perspicaz, que complejiza aquello que, ante una mirada superficial aparece como simple. Los ojos del cronista se convierten así, en un instrumento vital. Funcionan como medio que detecta e identifica, que interpreta y graba en la memoria del cronista las sensaciones de lo que captan.

Como apunta Martín Caparrós, “la crónica es una mezcla, en proporciones tonalizadas, de mirada y escritura. Mirar es central para el cronista -mirar en el sentido fuerte. Mirar y ver se han confundido, ya pocos saben cuál es cuál. [...] Mirar es la búsqueda, la actitud conciente y voluntaria de tratar de aprehender lo que hay alrededor -y de aprender. Para el cronista mirar con toda la fuerza posible es decisivo. Es decisivo adoptar la actitud del cazador”.

Lo que difiere “ver” de “mirar” es la intensidad con la que el cronista profundiza en los hechos cotidianos que se encuentran a la vista de cualquiera, pero que, por alguna razón misteriosa, y sobre todo poderosa, llaman su atención y lo invitan a conocerlos desde adentro.

En este sentido, el ejercicio de agudizar la mirada para detectar esas historias, se convierte en una práctica obligada que no sólo consiste en “ver”, sino también en individualizar lo que sus ojos identifican: aquellos detalles que aparecen casi imperceptibles, como gestos, colores, sonidos, cuya función no solo será aportar un mayor realismo a las escenas descriptas, sino también insertar al lector en un mundo repleto de acontecimientos y secuencias destacables. De esta manera, el lector mira con los ojos del cronista, se transporta hacia ese lugar, en ese momento.

Ahora bien, si el punto de partida de una crónica es la observación minuciosa, el cronista se convierte así en un buscador de historias, cuyo motor principal es la curiosidad por conocer y la habilidad de contar.

En su texto “Indicios. Raíces de un paradigma de inferencias indiciarias”, Carlo Guinzburg resalta aquellas “huellas” que el autor de un texto va dejando y que funcionan como indicios de aquello que se desea transmitir. Las palabras nunca son inocentes, por lo que la intencionalidad del cronista, como la elección de un adjetivo en lugar de otro, la descripción detallada de determinado elemento, condicionan la lectura de quien se enfrente con el resultado final de las observaciones realizadas y su posterior interpretación.

Desde este punto de vista, el cronista no sólo es un buscador de historias, sino también es capaz de reconocer las características secundarias de las que habla Guinzgburg, es decir, aquello que está “oculto” y que identifica e individualiza a los seres humanos, para luego transmitirlos hacia los lectores. La astucia del cronista - cazador se manifiesta en su habilidad para encontrar, a través de su mirada profunda, aquellas marcas particulares de los hechos y personajes que intervienen en ellos, y, al mismo tiempo, dejar huellas claras acerca de aquello que percibe para que el lector interprete su visión del mundo. De esta última reflexión se desprende el carácter dual de las huellas a lo largo de una crónica: las que identifica el cronista y las que el lector recibe del producto terminado.

¿Cuál es el nexo entre el cronista y el mundo que describe?; ¿Qué es lo que lo motiva a insertarse en un ámbito, muchas veces desconocido, para luego dar cuenta de su experiencia personal, de sus sensaciones a lo largo de la investigación? Las ansias de conocimiento, el interés por lo que está más allá de lo que reconoce a primera vista. La observación, la indagación profunda de temas específicos, pero principalmente la entrevista, son las herramientas con las que cuenta el cronista para armar un rompecabezas investigando: reconstruye a través de los indicios, la realidad oculta. Así, la labor detectivesca del cronista es fundamental para absorver y analizar la información que es provista por la multiplicidad de voces que incluya en su trabajo de campo.

Cabe destacar que la incorporación de las experiencias, los puntos de vista, las creencias, costumbres y pensamientos de las fuentes indirectas son la base de su investigación. La multiplicidad de voces dentro del texto son escenciales para lograr que el lector pueda comprender ese mundo hasta entonces desconocido tal como lo hizo el cronista. Los testimonios recopilados serán parte la materia prima de una crónica: son considerados verosímiles para el cronista-reportero, quién toma la plabara de quién vive determinada realidad y la relaciona con las problemáticas que la condiciona.

Quién resume adecuadamente la importancia de la inclusión de las fuentes indirectas en una crónica es Ryszard Kapuscinski: “En realidad, quizás sea el más colectivo de los géneros literarios, creado por docenas de personas -los interlocutores con los que nos topamos en los caminos del mundo- que nos cuentan historias de sus vidas o de las vidas de sus comunidades, o acontecimientos en los que han participado o de los que han oído hablar a otros”.

Es notable que Kapuscinski considera a la crónica como un género “literario”, pero que retrata hechos reales que hayan vivido personajes reales. Los textos de no-ficción tienen esa particularidad:

un realato que una plantea una problemática incorporando fragmentos de entrevistas y pasajes narrativos, que da como resultado un relato rico en imágenes a partir del punto de vista del cronista. Nuevamente aparece aquí el concepto de “mirada”. La cónica no es más ni menos que un punto de vista. Basándose en la multiplicidad de enfoques posibles, la labor del cronista admite subjetividades que le dan cierta libertad a la investigación que en otros ámbitos no podrían ser consideradas como “serias”. Con recursos como la adjetivación o el uso de la primera persona, el cronista debe mantener el equilibrio adecuado entre aquello que forma parte de la realidad de los hechos y su presentación a lo largo del texto. Ana María Amar Sánchez plantea “la relación entre lo real y la ficción, entre lo testimonial y su construcción narrativa”. La tensión que existe entre ambos ámbitos hacen que el cronista deba optar por una construcción narrativa determinada sin perder la fidelidad por la información recopilada. La inclusión de recursos literarios, en este caso, no funciona como mero “maquillaje” de la realidad sino que por el contrario, ahondan en los detalles que efectivamente forman parte de aquello que el cronista busca dar a conocer, y que, en otros géneros periodísticos no son admitidos por su carácter de “objetivos”. Si bien todos los textos están escritos por alguien, la crónica reconoce esa subjetividad de la escritura, se hace cargo de ella, porque es la escencia del relato: el punto de vista del autor, más allá de los demás puntos de vista que puedan existir sobre la temática que desarrolla.

La decisión del cronista en cuanto a la presentación narrativa de los hechos da como resultado un texto que Amar Sánchez clasifica como un híbrido, producto de un cruce entre “lo periodístico” y “lo literario”.

En palabras de Maximiliano Tomás: “La crónica no sólo busca informar. Sus objetivos pasan, también, por ofrecer una mirada personal de los hechos narrados, por poner en juego la propia subjetividad del narrador, por componer una historia utilizando las herramientas de representación -como se dijo- que parecían exclusivas del campo de la literatura: la variante de puntos de vista que ofrece la primera, segunda o tercera persona, el uso de guines de diálogo, de monólogos interiores, de largas descripciones o digresiones funcionales al relato. La crónica utiliza, en su beneficio y mixturandolos, los demás géneros periodísticos: el reportaje, la entrevista, el perfil, la investigación. Y pretende construir, a través de ellos, como una suerte de “relato total”.

Un género como la crónica, necesita de un profesional apasionado que sea capaz de entrelazar adecuadamente los recursos de los que dispone para dar a conocer las historias ocultas que ha investigado. Conocer, para dar a conocer. Un género complejo, a manos de quién sepa complejizar la simplicidad de la cotidianeidad.


jueves, 4 de diciembre de 2008

Citas

Ryszard Kapuscinski en “Encuentro con el Otro”

En realidad, quizás sea el más colectivo de los géneros literarios, creado por docenas de personas -los interlocutores con los que nos topamos en los caminos del mundo- que nos cuentan historias de sus vidas o de las vidas de sus comunidades, o acontecimientos en los que han participado o de los que han oído hablar a otros”.


Esta cita me parece pertinente para el ensayo, ya que sintetiza la necesidad de la crónica de incluir diferentes voces, no sólo textos académicos, sino testimonios de los protagonistas y actores que participan activamente de la problemática que tratará. Lo relaciono con los origenes orales de las primeras historias, cuando el hombre aún no conocía la escritura y la oralidad era la única forma de preservar la tradición. Por otra parte, también está relacionado con el perfil de entrevistador que debe tener el cronista para conocer “desde adentro” a los participantes de la historia que contará.


Martín Caparrós en “La Argentina crónica”

La crónica es una mezcla, en proporciones tonalizadas, de mirada y escritura. Mirar es central para el cronista -mirar en el sentido fuerte. Mirar y ver se han confundido, ya pocos saben cuál es cuál. [...] Mirar es la búsqueda, la actitud conciente y voluntaria de tratar de aprehender lo que hay alrededor -y de aprender. Para el cronista mirar con toda la fuerza posible es decisivo. Es decisivo adoptar la actitud del cazador”.



Pondré está cita al principio de mi ensayo, porque toda crónica comienza con una mirada curiosa del cronista. Sin curiosidad no hay motivación alguna para investigar determinado tema. Esa mirada debe ser profunda, capaz de analizar los hechos de la vida cotidiana con los que nos cruzamos o con los que alguien, alguna vez, se haya cruzado. El corinista vendría a convertirse en una especie de “esponja de la realidad”, debe absorver todo aquello que vea, que mire, porque será a partir de esas observaciones que podrá analizar en profundidad el tema de su crónica.


Maximiliano Tomás en “La Argentina Crónica”

La crónica no sólo busca informar. Sus objetivos pasan, también, por ofrecer una mirada personal de los hechos narrados, por poner en juego la propia subjetividad del narrador, por componer una historia utilizando las herramientas de representación -como se dijo- que parecían exclusivas del campo de la literatura: la variante de puntos de vista que ofrece la primera, segunda o tercera persona, el uso de guines de diálogo, de monólogos interiores, de largas descripciones o digresiones funcionales al relato. La crónica utiliza, en su beneficio y mixturandolos, los demás géneros periodísticos: el reportaje, la entrevista, el perfil, la investigación. Y pretende construir, a través de ellos, como una suerte de “relato total”.



Me parece que esta última cita caracteriza de manera breve todo aquello que es una crónica, o lo que busca ser. Sintetiza de manera muy concisa la gran variedad de generos que engloba la crónica y principalmente, la subjetividad del autor siempre presente a lo largo del texto, más allá del uso de la primera persona. Me parece muy pertinente ubicarla al final del ensayo, con el fin de respaldar la conclusión de la complejidad del género, y la tarea del cronista como periodista multidisciplinario.



Estilo

Antes de sentarme a escribir mi ensayo, tuve que tomar la decisión de utilizar un estilo académico, o lo que Flusser llama “tratado” o un “estilo vivo” que explicíte la primera persona a lo largo del texto. He decidido usar el academicismo ya que me siento más cómoda, debido a que a lo largo de la carrera tuve la oportunidad de producir diversos textos con ese estilo. Mis experiencias previas como productora de monografías, por ejemplo, hacen que aproveche los recursos de los cuales me he enriquecido durante el proceso de escritura, y como lectora, como receptora de esos textos.

A partir del ensayo sobre el ensayo de Flusser, es posible comparar los estilos que utilizan distintos autores como Berger y Calvino.

El primero de ellos, en su ensayo “El traje y la fotografía”, ofrece una mirada personal, se centra el los detalles y analiza, a partir de ellos su relación con las hegemonías sociales de la época para llegar, a través de la argumentación a conclusiones vinculadas al carácter físico y social del uso del traje, de cómo fue creado para una sociedad de élite y que luego fue acatada por la sociedad campesina: “Las clases trabajadoras llegaron a aceptar ​como suyos ciertos valores de la clase que los gobernaba”. El autor, descubre sus propias conclusiones a partir de la observación de tres fotografías, cuyos retratados vestían traje pero pertenecían a clases sociales diferentes. En “Fotografías de la agonía” analiza el papel de la fotografía bélica y su efecto en los receptores de los diarios que las publican. El autor hace explícita la tesis central de su ensayo, y reflexiona acerca de la ética y la política.

Por otra parte, Italo Calvino reflexiona sobre la motivación del coleccionista, y los significados de guardar, organizar, etiquetar, ordenar los objetos de colección. Compara diferentes colecciones que observa en la muestra en la que se encuentra, utiliza un estilo vivo ya que es partícipe se sus observaciones, incluye sus pensamientos a medida que recorre la muestra y llega a sus conclusiones comparando y analizando.

Me siento más identificada con el estilo de Calvino en el ensayo “Qué nuevo era el Nuevo Mundo” ya que presenta datos concretos y hace un recorrido histórico que argumenta en favor de su tesis central. Las citas que seleccione para mi ensayo serán la base sobre la cual arme mis fundamentos para argumentar sobre la figura del cronista y aquello que lo hace distinguirse.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

El principio del fin: Bloque Ensayo

Diario de escritor



En un principio, mi ensayo iba a orientarse a la crónica como género, pero me pareció un tema muy general y decidí hacer mi recorte centrándome en la figura del cronista.

Estos son algunos de los temas que me gustaría tratar:

*la motivación del cronista

*la búsqueda de historias

*su visión del mundo, su experiencia

*la habilidad para contar historias

*relación con la literatura

*relación con los demás géneros

*utilización de entrevistas; multiplicidad de voces; fuentes indirectas



Reflexión sobre género narrativo

El género narrativo ofrece al escritos una amplia gama de herramientas que puede utilizar a su gusto y piacere para contar historias con elementos que pertenecen a la realidad, pero que, combinados de una manera específica (¿estratégica?) pueden dar como resultado una historia irreal de fuerte impacto en el lector, tal como dice Carver: “Es posible, en un poema o cuento, escribir sobre cosas y objetos comunes y corrientes usando un lenguaje común y corriente pero preciso, e imaprtirle a esas cosas un poder inmenso, incluso perturbador. Es posible escribir un diálogo aparentemente inocuo y producir un escalofrío en la espina dorsal del lector”
En el libro “La escritura y sus formas discursivas”, Alvarado y Yeannoteguy toman el pensamiento de Bruner para llegar a la conclusión de que “las personas son pensadas como actores o sujetos que actúan movidos por metas u objetivos, que se valen de instrumentos para alcanzar esos objetivos, y que, en su trayecto, deben vencer obstáculos que les presenta el medio. Se trata de una representación narrativa de las acciones humanas”. A partir de este pensamiento, podría decirse que la narración es un género que permite articular la causlidad con la casualidad, dando origen a un relato donde algo le sucede a alguien en un tiempo determinado, más allá de que estos elementos que conforman la historia estén explicitados o no. A través del trabajo del narrador se podrá dar cuenta de cuáles y cómo son estos acontecimientos extraodinarios que dar origen a la historia. Los recursos literarios deben ser utilizados de manera tal que produzcan un impacto en el lector, como dice Carver: “La tarea del cuentista es investir el atisbo con todas sus capacidades. Aportará su inteligencia y pericia literaria (a su talento), su sentido de la proporción y su sentido de la pertinencia de las cosas: de cómo las cosas están allí realmente y de cómo ve esas cosas -como nadie más las ve. Y esto se hace mediante el uso de un lenguaje claro y específico, un lenguaje usado para darle vida a los detalles que iluminarán el cuento”. Es decir que no sólo es necesario articular los personajes con los hechos a través de una trama secuencial, sino saber contarlo con un estilo apropiado para dar determinado efecto.
La diferencia con los géneros que hemos visto durante el transcurso de la cursada, es que existe la posibilidad de incluir sucesos imaginarios, extraordinarios, irreales, teniendo como límite aquel que la imaginación del escritor alcance. Tanto la entrevista como la crónica, se plantean como géneros de no-ficción aunque es válida (y en ocaciones, hasta necesaria) la inclusión de elementos literarios para complementar con los datos “duros” propios del género. En palabras de Benjamin (en contraposición con la información): “lo extraordinario, lo maravilloso es narrado con la mayor presición, pero no se imporne al lector ninguna interpretación psicológica de los acontecimientos. Las cosas son expuestas para que las ineterprete a su gusto, tal como las entienda [...]”
Por otro lado, un factor clave en la narración es la imprevisibilidad de los hechos, el factor sorpresa que hace que lo inesperado suceda y mantenga atrapado al lector en una relación de tensión con los hechos, como apuntan Alvarado y Yeannoteguy, “la narración surge cuando hay algún tipo de desfasaje que hace que un hecho no concuerde con lo previsible , es decir, que rompa con el esquema de comportamiento esperado”. Dentro de la tesis de la historia principal y la historia que permanece oculta propuesta por Piglia, la imprevisibilidad serviría para develar cuál es la historia 2, la historia que “se construye con lo no dicho, con el sobreentendido y la alusión”, ya que el lector debe “atar cabos” para llegar a conocer qué es aquello que el escritor esconde tras sus palabras, y que, a través de la imprevisibilidad ayuda al lector a descubrir la historia secreta.

Los Voluntarios

Los voluntarios

Cuento a partir de interpretación onírica

En el año 2058, luego de que una bebida gaseosa y azucarada a base de vegetales llamada COQA causara la muerte de varias personas que la ingierieron en grandes cantidades, una prestigiosa cadena de laboratorios comenzó a investigar las posibles causas de esas misteriosas muertes. La popular bebida creada hacía ya muchísimos años dejó de distribuirse en los países desarrollados que pudieron sobrevivir a la Gran Crisis que devastó económicamente a gran parte del planeta a partir de la segunda mitad del Siglo XXI. Sin embargo, en aquellos países poco desarrollados, la firma COQA siguió produciendo grandes cantidades de gaseosa que era distribuída en dosis presisas entre la población empobrecida.

El laboratorio S.P.P. & Cía tomó cartas en el asunto luego de que las muertes por ingestión de COQA en cantidades no recomendadas trascendieran las fronteras nacionales, y comenzaran a formar parte de un problema internacional.

Mariana García fue la primer voluntaria que se presentó al aviso que el laboratorio publicó en el

diario con mayor tirada en el país: “Se necesitan al menos dos voluntarios para un riesgoso proyecto científico a cargo de investigadores de primer nivel. Importante recompensa monetaria. Reserva absoluta”.

Su decisión de someterse a un encierro de tres semanas en una superficie cercada por vidrios aislantes, monitoreada las 24 horas por especialistas que le realizaran diversos estudios, muchas veces dolorosos, fue impulsada por su difícil situación personal. Su marido la había dejado luego de su despido de una empresa multinacional que le pagaba una pequeña fortuna por su labor. Así como ella, miles de empleados fueron despedidos luego de la declaración de quiebra declarada por la empresa, consecuencia de la Gran Crisis. Sin trabajo, sin marido y con numerosas deudas que no la dejaban dormir, su único escape, y quizás el más sencillo, era participar de la búsqueda de una cura para la extraña enfermedad. Sabía cuáles eran los riesgos del tratamiento: había altas probabilidades que la muerte la sorprendiera tres semanas después de ingerir únicamente COQA por ese período. Pero no tenía nada que perder.

El otro voluntario era Nicolás Contreras, un joven de unops 28 años, que había nacido en la época y el lugar en que la bebida era consumioda masivamente en zonas carenciadas debido a su bajo costo. Era un muchacho trabajador, sin familia, ni futuro. El escaso salario que ganaba en la fábrica no le alcanzaba para solventar sus gastos más básicos. Entusiasmado por la recompensa de prestar su cuerpo por algunas semanas, se dirigió hacia el laboratorio con la esperanza de quedar seleccionado.

Al momento de la entrevista, los científicos encontraron en Mariana y Nicolás a unos pacientes potencialmente aptos para el proyecto ya que ambos, en algún momento de sus vidas, habían ingerido pequeñas dosis de COQA, y era probable que sus organismos reconocieran los componentes de la bebida. Tras firmar un contrato de responsabilidad por las posibles consecuencias del tratamiento, y, en caso de sobrevivir, las secuelas permamentes que podrían presentarse, los dos quedaron incluídos en el personal que partciparía del proyecto.

Durante la primer semana, ambos pasaban sus horas en el aislamiento total del cubículo herméticamente sellado. Sólo ingerian COQA, alternada con los antídotos y medicamentos que eran otorgados por los doctores a diario. Al final del día, gran cantidad de estudios les eran realizados con el fin de retrasar los efectos fatales del consumo de la bebida en grandes cantidades. Sin embargo, ninguno de los dos sintió nada raro en su cuerpo. El encierro mismo los llevó a pasar largos ratos conversando acerca de sus miedos y sus tristezas, así como también de épocas pasadas y felices que ya no volverán.

En la segunda semana, los cambios comenzaron a hacerse más notables. El aspecto de ambos había desmejorado a tal punto que casi no podían levantarse de sus camas. Sus huesos corroídos, su pìel amarillenta y su abdomen sumamente inflamado eran signos de que algo no andaba bien. Los antídotos, cada vez más potentes y en grandes dosis ya no hacían efecto. Una noche, entre sollozos, Mariana y Nicolás se dieron cuenta que estaban entrando en la tercer semana del tratamiento, sin grandes avances respecto de la cura de la enfermedad.

Los últimos días de la tercera fase fueron devastadores para los voluntarios. A pesar de los antídotos, sus débiles organismos no fabricaban las defensas necesarias para soportar las grandes dosis diarias de COQA que les eran suministradas. La inflamación del abdomen era tal que dificultaba cada vez más su respiración. Ya no había vuelta atrás.

Los científicos dieron por finalizada la investigación en febrero de 2059. Cuando entraron al cubículo, los cuerpos de los voluntarios yacían sin vida sobre sus respectivas camas. Sólo la piel que los recubría se mantenía intacta. El resto, los organos internos, los huesos, literalmente se habían derretido, dejando un charco gelatinoso que empapaba las sábanas y traspasaba el colchón, inundando toda la habitación con un líquido negro que tenía un penetrante y nauseabundo olor.

La cura de la enfermedad nunca se descubrió, ni la COQA fue sacada de circulación en los países pobres del planeta, ni la historia del calvario que tuvieron que soportar Mariana García y Nicolás Contreras había trascendido hasta este momento.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Cuento de Hermes Molaro

En este cuento de Hermes Molaro, puede observarse que se trata de una conversación, más allá de la falta de marcas que caracterizan a los diálogos (guión al comienzo, párrafo aparte cuando habla cada interlocutor, etc.). Tampoco se observan signos de exclamación, y en algunos casos, de interrogación, sino que es el lector quien debe interpretar qué tono estaría utilizando quién habla.

Tanto en el comienzo como en el final, pareciera que se trata de una conversación trivial y casual: el gusardián de las trinieblas y del sol se presenta, hecho que da origen a una serie de preguntas curiosas acerca de cómo es ese trabajo y su finalidad. Al final del cuento da la sensación que quién estaba interrogando al guardián, estaba, de hecho, interrumpiendo su labor: “Que el bien y el mal se apiaden de nosotros. Bueno lo dejo que tengo que seguir trabajando…”.

En ciertos pasajes parece que uno de los interlocutores reflexiona consigo mismo, hace un pensamiento “en voz alta”: “Ajá, nunca escuche hablar a un tipo tan limado, que interesante. Limado. No tiene importancia lo que digo, dígame y para llevar a cabo semejante trabajo, debe de tener poderes importantes”.

Al no dar datos respecto del contexto (marcas espacio temporales) en el que esta conversación se desarrolla, ni datos acerca de el aspecto físico de los interlocutores u otras características de ambos, el autor deja libre la imaginación del lector, para armarse en su mente la situación en la que se encontrarían los dos personajes.