domingo, 7 de septiembre de 2008

Entrevista cruda / Armando Mazantini

Entrevista a Armando Mazantini
80 años, profesor de tango

- Armando, cuénteme en que barrio nació, dónde creció, dónde pasó su infancia...
- Yo nací y crecí en La Boca, barrio en el que hice la primaria... al secundario no llegué. No llegué porque en aquella época, de diez chicos que salían de la primaria, dos iban a estudiar, y ocho se dedicaban a aprender un oficio. En ese momento, por la crisis económica, a los padres les resultaba muy caro mandara los chicos a la escuela. Hoy la cosa cambió totalmente, de diez chicos que salen de la primaria, seguramente que más que dos van a aprender a la Universidad, buscan un título. Y uno quizás busca un oficio. Entonces nos encontramos con esa tendencia de cambio, de que hay un plomero, un albañil, un pintor, no se encuentran por ningún lado. Y chicos con título hay montones. Piden un aviso, chicos con título, hay una cola de tres cuadras, y un plomero no lo podés encontrar. Entonces quiere decir que esa tendencia, ese cambio, perjudicó bastante a la parte de oficio. Yo les aconsejo a los chicos hoy, que piensen también en un oficio como un buen medio de vida.

- Desde su experiencia, ¿considera que es más rentable un oficio que una carrera universitaria?
- Sí. Yo a los 14, 15 años entré a un taller de tornería, porque Europa estaba en plena guerra, y esos países necesitaban mucho de la Argentina porque allá se destruía todo. Era un buen momento para evolucionar con las industrias, con los oficios. Hasta juntar huesos por la calle era hacer plata. Los trapos eran plata, el vidrio era plata, los hierros eran plata, todo era plata, entoces se vivió un momento de esplendor en la Argentina económicamente. Se abrieron las puertas de las grandes industrias. Eso después fue cambiando, porque cuando se empezó a reconstruir Europa, se arreglaban entre ellos y ya no nos necesitaban.

- Y bueno como todo proceso de crecimento, tiene altibajos...
- Exactamente, yo viví ese momento de esplendor con mis 17 años y con mucha plata, porque la juventud ganaba mucha plata en ese momento, me podía dar todo tipo de gustos, todo tipo de vicios. fue ahí cuando conocí las milongas, los cabarets, ya me gustaba escuchar las orquestas, bailar con las orquestas más famosas que pasaban por la Argentina.

- ¿De joven ya tenía interés por la música en general, y por el tango en particular?
- Sí, desde los 16, 17 años. Tenía por un lado mi oficio en la tornería, y por otro lado, de noche, me volqué a la milonga, me gustaba mucho el baile. Pero enseguida no fui a bailar, había que tener un cierto entrenamiento. Las chicas que iban a los bailes tenían que ver primero lo que hacía el hombre para después permitirle bailar con él.


- Había que tener un cierto nivel entonces para animarse a la milonga...
- Las chicas eran muy selectivas en ese momento, entoces el varón que no sabía bailar tango tenía que ir a aprender. Pero como en ese tiempo no había academias, ni clases de tango como lo hay ahora, teníamos que recurrir a una estrategia. Entre hombres nos ayudábamos, uno hacía de mujer y otro de varón, para poder sacar los básicos, las figuras clásicas de ese momento, cosa de que cuando ibamos a bailar los sabados o domingos, mostrábamos lo que sabíamos hacer entonces las chicas... Por eso es que quizás en ese momento un varón, con las zapatos atados con alambre, por falta de recursos y de dinero, era más solicitado que el varón que no sabía bailar, trajeado, con sus zapatos, su pinta y todo eso...
- Entonces mientras supiera bailar tenía exito.
- Las mujeres querían bailar, no le importaba quién era, si era viejo, joven... Iba sólo por la pasión al baile, no había otra intensión. Entonces había que saber bailar. Ahí fue cuando me interesé mucho por el tango y progresé bastante.

- ¿Qué lugares frecuentaba para demostrar y mejorar sus habilidades como bailarín?
- Ya para esa época empezaron a aparecer algunas academias de baile. Yo aprendi en la primera academia de tango que hubo en la Argentina, que se llamada Dopazo. Estaba en el centro, en Salta y Rivadavia. Después empezaron a abrir otras, y conocí por suerte a Antonio Todaro, que fue el mejor maestro y aún hoy los grandes, los consagrados lo mencionan siempre como una gran profesor.

-Era muy reconocido entonces.
-Sí, muy reconocido, especialmente como docente, como profesor de tango.

- ¿Usted fue a aprender con él también?
-Sí, yo aprendí mucho con el. Después me enamore de mi actual mujer, yo tengo 56 años de casado.

- Ahhh entonces ya pasó las bodas de oro hace rato...
-Yo ya pasé por las bolas de oro y ahora voy por las bolas de diamante, que son 60 años de casado. [risas]. En el ambiente del tango, yo soy un referente casi único diriamos, porque a pesar del tango pude conservar una misma mujer y formar una linda familia con dos hijos, tengo 5 nietas, todas de tu edad más o menos.

-¿Y por que eso es algo tan particular en el ambiente del tango?
-Porque me supe cuidar. Es como entrar en un gallinero y es muy dificil que uno no se ensucie. Sin embargo, uno puede entrar en un gallinero, y con mucho cuidado, entrar y salir sin ensuciarse, pero con mucho cuidado. Porque lo que no me gustaría que me hiciera mi mujer, yo no se lo quería hacer a ella. Y eso fue lo que me permitió conservar la mujer que tengo.

- ¿A ella la conoció bailando?
- No, ella no tiene nada que ver con el tango, es artista plástica. Todas esas obras que ves ahí, [señala los cuadros que adornan las paredes que conforman la pista de baile] todos esos cuadros, son de mi mujer. O sea que ella volcó toda su vocación a la pintura, como yo volqué todo mi amor y mi vocación al tango.

- ¿Siempre se dedicó a bailar tango?
- No, el tango en un momento lo tuve que interrumpir, porque veía que económicamente no resultaba. Yo veía a los grandes del tango bailar por poca plata. Entonces estudié en la escuela de paisajismo en la Facultad de Agronomía y empecé a trabajar como paisajista. Tuve la suerte que me dediqué a una especialidad, dentro de la jardinería, me dediqué a hacer jardines con movimientos de agua, lo que me hizo destacar, progresar, y ganar mucho dinero. Partcipé de más de 100 exposiciones de paisajismo, y me denominaron arquitecto paisajista, porque ese título no lo da la facultad, sino que uno lo es por su condición de ser creador.

- Entonces ese título se lo gana uno.
- Exacto, porque un arquitecto es el que proyecta y crea, al igual que el arquitecto paisajista también proyecta y crea. Yo tengo más de 4000 obras efectuadas de jardines con movimiento de agua. Pude hacerlo en todos los 'tenedor libre' chinos, desde que vinieron a la Argentina, en más de 60 restaurantes chinos estan mis obras. Porque a los chinos les gusta mucho el agua, es muy importante para ellos, como lo explica el feng shui. Dicen que el agua tiene ese efecto sedante en el cuerpo, que trae suerte... y todo eso me permitió que cuando abrían un restaurant chino, me llamaban a mi para que hiciera las obras.
-¿Y cómo lo convocaban para hacerlas?
-Yo fui el primero al que llamaron, cuando empezó el primer tenedor libre en Argentina. Tuve la suerte de que les gustó lo que hice, y como es una colectividad muy cerrada, cuando ellos necesitaban algo me llamaban a mi por recomendación. Me gané el prestigio entre ellos de manera tal que hoy toda esa colectividad está conmigo.

-¿Hay personas de la colectividad china que vengan a aprender tango con usted?
-Por lo menos conmigo no, pero en los concursos internacionales también hay parejas de chinos que bailan tango. El tango copó el mundo... En Rusia, que es la meca del ballet, están enloquecidos con el tango.

-¿Y cree usted que es lo que atrae a tantos extranjeros respecto de la escencia del tango?
-En primer lugar es un desafío. Hay que ser muy valiente para prenderse en el tango, reconocida como una de las danzas más dificiles de bailar, entonces sólo los valientes se atreven. Pero el que se atreve, empieza a descubrirlo, porque sólo los que bailan el tango son los que conocen sus secretos, porque lo vivencian en su cuerpo. Solamente para vivenciarlo en el cuerpo, hay que sentirlo, hay que bailarlo. El que no baila tango, esos secretos no los conoce. Por eso le decía recién a una parejita que vino acá, que los argentinos todavía no lo han descubierto, es una pequeña parte de los argentinos que lo bailan.

- ¿Cómo está visto en el extranjero que muchos argentinos no sepan bailar tango?
- En Europa, en Estados Unidos, piensan que por el sólo hecho de ser argentinos, ya sabemos bailar tango y no es verdad, no es así. Por eso es que yo ahora tengo mucha suerte como profesor de tango en el Congreso de la Nación. Los legisladores que viajan a todo el mundo por distintas razones, se encontraron que ahora llega una delegación de argentinos a una recepción, a un cóctel o a una reunión, lo que sea, y dicen: "Argentino! Tango!", ¡les piden que bailen tango! y claro, arrugan porque no saben. Ahora pusieron por ley en el Congreso, que los legisladores tienen que saber bailar tango. Entonces yo les enseño por lo menos un básico para que no arruguen en el exterior. Es lamentable, que uno vaya a una reunión, o a un casamiento, y todos salgan a bailar el carnaval carioca, las mesas quedan vacías. Pero cuando ponen un tango, todo el mundo se va a sentar y la pista queda vacía.

-¿Por qué cree que la gente no se le anima al tango?
- Porque el argentino no lo tomó al tango todavía. Por eso es que yo les digo a mis alumnos, que un beneficio muy grande es presisamente ese, que cuando todos se borraron, ellos se quedan en la pista, porque saben bailar. Van a ser la admiración de todos, y la satisfacción propia de haber aprendido y saber bailar el tango. Muchos creen que el tango no se acepta porque es dificil y complicado, pero lo complicado lo hace uno. Yo cuando doy mis clases en el Congreso, o en el Hospital Británico, o acá [en el centro cultural], demuestro que con una sola figura, tomo la dirección de pista que va en sentido contrario a las agujas del reloj, saco una mujer en una punta y la hago trasladar por toda esa dirección de pista y nos van a aplaudir. Sin embargo, hice una sola figura en esa demostración, entonces no es tan complicado.

-Entonces es cuestión de animarse.
- Sí, animarse y empezar. Y después se aprende haciéndolo. Pero el mejor maestro del tango, es la práctica, el tango es una música imposible de bailar sin sentimiento. Quiere decir que si para bailar tango hay que poner un sentimiento, los que dicen que son maestros, mienten, porque los sentimientos no se pueden enseñar. Yo no puedo enseñar el sentimiento que hay que poner para bailar tango, eso es de cada uno. A mi me dicen que soy maestro, pero no lo digo yo eh!, me lo dicen ellos.


- ¿Usted como se autodenomina?
-Yo me considero un entrenador, un instructor, yo enseño figuras, técnicas, ejercicios, y con todo eso se puede bailar, pero el sentimiento, lo verdadero del tango, aparece cuando uno lo coloca. Por eso es que las vivencias están en el cuerpo, pero lo tiene que sentir cada uno. Para mi, una de las cosas más importantes del tango es el abrazo, por la necesidad de una mujer de ser abrazada por un hombre, y la necesidad de un hombre de abrazar a una mujer. Un tango con una pareja abrazada, es como un romance que dura tres minutos con una persona desconocida, donde no hay ningún compromiso. Después de esos tres minutos, se terminó el romance, se terminó todo. Entonces esos tres minutos los tienen que disfrutar, porque es muy intenso como una conexión entre el hombre y la mujer.

-¿Y cómo es esa relación entre un hombre y una mujer cuando están bailando?
En el tango el hombre tiene el poder y la dominación, y la mujer tiene que hacer algo, que no le gusta escuchar a ninguna mujer, que es someterse al hombre, porque el código y las marcas las maneja el hombre. La mujer para bailar tango tiene que conocer cuáles son esos códigos y esas marcas de baile. El hombre tiene un problema, tiene que pensar en lo que tiene que hacer él y cómo transmitir a esa mujer lo que ella debe hacer. Por eso es que en cualquier baile, hay una gran cantidad de mujeres y siempre menos hombres. Ahora se esta equiparando un poquito porque el hombre entendió que es muy importante bailar tango. Eso es lo que nos trae la gran movida que hay en Europa, acá muchos argentinos viendo, leyendo lo que está pasando allá, piensan: "¿Qué le vieron de importante?" y yo les contesto: "Búsquen de ver ustedes dónde esta la importancia del tango". Hay que empezar a bailar.

-Sí, en el exterior el tango llama mucho la atención y cada vez son más las personas que bailan tango en lugares bastante alejados...
- En Finlandia por ejemplo, hay un festival que dura cuatro días y cuatro noches, van aproximadamente 400 mil personas. El alcalde de la ciudad donde se realiza, tiene un gran problema porque no tiene dónde alojar a tanta gente, que duermen de cualquier manera y en cualquier lado pero hay 400 mil personas bailando tango. En Estados Unidos, [señala una fotografía en la pared] eso es Washington, ahí esta el capitolio, esta el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y todos los días a las siete de la tarde, la gente se saca la ropa de oficinista y se pone a bailar tango en una plaza, es una cosa increíble.

-Es increíble que pase allá y no acá...
- Acá debería suceder, porque es donde nació el tango.

-¿Usted tuvo la oportunidad de asistir a alguno de esos festivales en el exterior?
- No, porque yo siempre me dedique a mi actividad, y el tango era mi pasión, lo que más me gustaba hacer, pero no profesionalmente. Viendo de que los años se me venían encima, dejé mi empresa en la que estuve por 40 años. Mi hija era mi socia, y hace 15 años atrás le dije: "Yo te quiero regalar la empresa que fundé, porque me quiero dedicar desde ahora hasta que me muera a bailar".

-¿Cómo era trabajar junto a ella?
-Cómo eramos socios, la obra se componía de dos partes: la parte gruesa, de manejar al personal, excabaciones, algo de albañilería, las compras de insumos, de la que me encargaba yo. Mi hija estaba en la parte artística, porque ella es pintora y escultora.

-Entonces ustedes son una familia de artistas
-Sí, porque mi señora es pintora, y le transmitió mucho a mi hija de lo que ella aplicaba a las obras. Mi hija en este momento está haciendo algo único en Argentina, que son cascadas con murales. Trabaja con una selecta minoría, porque el que accede al trabajo que hace ella, directamente es porque no sabe que hacer con la plata. Porque uno siempre tiene prioridades, y ¿quién va a tener como prioridad tener una cascada, un mural o un jardín con movimiento de agua? Sólo una minoría a la que mi hija pudo entrar a través de grandes exposiciones.

-¿Dedicarse a dar clases de tango fue una decisión que la tuvo que meditar mucho tiempo?
-Sí, lo pense mucho, y hable con mi familia. Lo primero que me preguntaron fue si iba a vivir del tango. Les dije que el tango no da para vivir, pero sumé y me di cuenta que puedo tener lo que quiero hasta que me muera sin necesitar de nadie, para evitar reproches. Por eso hice los números bien hechos y tomé la decisión. Primero fue resistida un poquito porque el tango, se relacionaba siempre con el cabaret, el caficio, el prostíbulo... Siempre fue mal visto, cosa que en Europa no lo conocen, no saben nada de eso, y no les importa entonces allá, lo tomaron de otra manera.

-Tomaron sólo la parte artística y no todo lo que lo rodea.
-Los prejuicios que tenemos nosotros los argentinos ellos no los tienen. Pero acá hace un tiempo que se están dejando de lado esos prejuicios, gracias a que la juventud también está tomando el tango y lo está haciendo crecer. Fue así que tomé esa decisión porque pensé que con el tango sólo iba a disfrutar de lo que me gusta hacer. Pero me encontré con una veta económica, porque me está yendo muy bien como docente. Fue algo inesperado, uno toma deciciones, a veces acertadas y otras desacertadas. Y yo acerté.

-O sea que no se arrepiente para nada de haber dejado el paisajismo por el tango.
-No, para nada. Al contrario, cada día veo que crezco más. Fijate que ahora vos me estás haciendo este reportaje, mañana tengo una [entrevista] documental para mostrar cómo y dónde enseño, también voy a estar en una exibición de tango. Soy el protagonista de una película llamada “El Portón”, la está filmando una empresa alemana. En la película soy un viejo bailarín que añora y recuerda cuando era joven. Aparezco vistiéndome delante de un espejo, en una casona antigüa, de la década del '30. Me estoy poniendo el sombrero, hago un giro de tango y abro la puerta como yéndome a la milonga.

-¿Qué tipo de persona viene a aprender tango con Usted?
-En el Congreso de la Nación aprenden legisladores en función, y fuera de su función. Son personas de entre 40 y 70 años. También doy clases en el Hospital Británico, soy parte de un programa que se llama "Vivir la vejez plenamente" y es para los asociados al plan de salud del Hospital, dónde nada más aceptamos gente de 60 años para arriba. Ahí hay gente que viene a tomar clases de tango hasta con bastón. Vienen primero para saber como son las clases de tango para gente tan grande.

-En principio se acercan por curiosidad digamos
-Claro quieren saber como son, porque piensan "¿Qué voy a hacer yo ahí?" Y se encuentran con un docente que les explica que dentro de esa edad que tienen, dentro de esta época que les toca vivir, no la que pasó, sino dentro de 'su' época, es posible bailar. Entoces comienzo la clase preguntandoles si es posible que ellos hagan esto [hace un paso básico del tango]. Entoces se animan y lo hacen. Después les pregunto si es posible que hagan este poquito más y los voy llevando.

-Es un proceso
-Es un proceso lento pero seguro de que los lleve a entusiasmarse de tal manera que ni soñaban ir alguna vez a una milonga, y yo se los coloqué como una meta, como un objetivo, que alguna vez puedan ir a bailar. O por lo menos en una reunión familiar, que les demuestren a la familia que aprendieron el tango. Estoy en esa tarea que me encanta que la hago con mucha vocación y amor en el corazón, porque para atender a este tipo de gente tan grande hay que tener vocación.


-Usted no hace diferencia para enseñar a gente joven o gente mayor
-No, para nada, yo soy docente, por eso es que yo directamente a la milonga no voy.

-Se dedica pura y exclusivamente a dar clases.
-Sí, mi fuerza, mi energía, la energía de un hombre de 80 años, dentro de poco cumplo 81, la quiero emplear solamente lo imprescindible, que es enseñar, transmitir y de vez en cuando, para no quedarme, bailar con alguna profesional, un poco de práctica intensa para mantenerme en estado. Yo ya no estoy para perder tiempo en la milonga hasta las tres, cuatro de la mañana.

-¿Cómo se lleva con sus colegas?
- Mis colegas están fascinados, y soy un gran referente para ellos porque a esta edad se puede hacer lo que yo hago. Yo no voy a competir con ninguno de ellos, no puedo competir con la juventud ni con mis colegas Yo lo que les puedo decir es que a los 80 años, bailo. Y ellos saben como bailo, por eso me aprecian mucho, simpatizan conmigo, me dicen: "Ojalá que yo a los 80 años pueda bailar como vos". Soy un ejemplo para muchos.

-Y los turistas se acercan a tomar clases?
-Si, por ejemplo, esta semana le di clases a una pareja de brasileros que me pagaron 10 clases por adelantado. Se fueron muy contentos, me dijeron: "Vinimos a Buenos Aires a buscar el verdadero tango argentino, y lo encontramos". Me quieren llevar a San Pablo!

- Ahhh es una buena propuesta! ¿Recibe muchas ofertas para dar clases en el exterior?
- Propuestas para viajar tengo muchísimas, pero no las acepto, primero porque tengo que dejar a mi señora y eso no lo voy a hacer, y segundo porque no busco fama ni prestigio. Yo quiero mi espacio, que es este lugar en San Telmo, los viernes en el Congreso, y los sábados en el Británico. Y si se me presenta alguna otra cosa la tengo que rechazar, porque no necesito más, ni por mi energía ni por la parte económica. Me alcanza con el espacio que tengo.

1 comentario:

Dario dijo...

Hola Maggie, me encantó la entrevista. Pregunta: dónde queda el centro cultural donde enseña Armando? Lo vengo buscando en google como loco (por eso llegué acá de hecho) y no lo encuentro en ningún lado. Gracias!!!