lunes, 8 de diciembre de 2008

Ensayo final: El escritor detective

El escritor detective


La más noble función de un escritor es dar testimonio,

como acta notarial y como fiel cronista,

del tiempo que le ha tocado vivir.


Camilo José Cela


La tarea del cronista resulta analizable desde múltiples puntos de vista teniendo en cuenta la gran variedad de métodos y herramientas que tiene a su disposición para generar un relato que mantenga la atención del lector, no sólo por lo que cuenta, sino por cómo lo cuenta. ¿Qué es aquello que lo diferencia del resto de los periodistas?; ¿Cuál es la particularidad de su labor, aquello que lo hace distinguirse, resaltarse?

En principio, es escencial la mirada profunda del cronista, que capaz de detectar los más mínimos destellos de lo que podría llegar a convertirse en una historia interesante, se sumerge en un mundo que espera ser descubierto y revelado en una composición que mezcla esas imagenes particulares ubicadas en la generalidad de lo común.

Ante todo, el cronista es un observador. Pero no cualquier observador, sino un observador sagaz, perspicaz, que complejiza aquello que, ante una mirada superficial aparece como simple. Los ojos del cronista se convierten así, en un instrumento vital. Funcionan como medio que detecta e identifica, que interpreta y graba en la memoria del cronista las sensaciones de lo que captan.

Como apunta Martín Caparrós, “la crónica es una mezcla, en proporciones tonalizadas, de mirada y escritura. Mirar es central para el cronista -mirar en el sentido fuerte. Mirar y ver se han confundido, ya pocos saben cuál es cuál. [...] Mirar es la búsqueda, la actitud conciente y voluntaria de tratar de aprehender lo que hay alrededor -y de aprender. Para el cronista mirar con toda la fuerza posible es decisivo. Es decisivo adoptar la actitud del cazador”.

Lo que difiere “ver” de “mirar” es la intensidad con la que el cronista profundiza en los hechos cotidianos que se encuentran a la vista de cualquiera, pero que, por alguna razón misteriosa, y sobre todo poderosa, llaman su atención y lo invitan a conocerlos desde adentro.

En este sentido, el ejercicio de agudizar la mirada para detectar esas historias, se convierte en una práctica obligada que no sólo consiste en “ver”, sino también en individualizar lo que sus ojos identifican: aquellos detalles que aparecen casi imperceptibles, como gestos, colores, sonidos, cuya función no solo será aportar un mayor realismo a las escenas descriptas, sino también insertar al lector en un mundo repleto de acontecimientos y secuencias destacables. De esta manera, el lector mira con los ojos del cronista, se transporta hacia ese lugar, en ese momento.

Ahora bien, si el punto de partida de una crónica es la observación minuciosa, el cronista se convierte así en un buscador de historias, cuyo motor principal es la curiosidad por conocer y la habilidad de contar.

En su texto “Indicios. Raíces de un paradigma de inferencias indiciarias”, Carlo Guinzburg resalta aquellas “huellas” que el autor de un texto va dejando y que funcionan como indicios de aquello que se desea transmitir. Las palabras nunca son inocentes, por lo que la intencionalidad del cronista, como la elección de un adjetivo en lugar de otro, la descripción detallada de determinado elemento, condicionan la lectura de quien se enfrente con el resultado final de las observaciones realizadas y su posterior interpretación.

Desde este punto de vista, el cronista no sólo es un buscador de historias, sino también es capaz de reconocer las características secundarias de las que habla Guinzgburg, es decir, aquello que está “oculto” y que identifica e individualiza a los seres humanos, para luego transmitirlos hacia los lectores. La astucia del cronista - cazador se manifiesta en su habilidad para encontrar, a través de su mirada profunda, aquellas marcas particulares de los hechos y personajes que intervienen en ellos, y, al mismo tiempo, dejar huellas claras acerca de aquello que percibe para que el lector interprete su visión del mundo. De esta última reflexión se desprende el carácter dual de las huellas a lo largo de una crónica: las que identifica el cronista y las que el lector recibe del producto terminado.

¿Cuál es el nexo entre el cronista y el mundo que describe?; ¿Qué es lo que lo motiva a insertarse en un ámbito, muchas veces desconocido, para luego dar cuenta de su experiencia personal, de sus sensaciones a lo largo de la investigación? Las ansias de conocimiento, el interés por lo que está más allá de lo que reconoce a primera vista. La observación, la indagación profunda de temas específicos, pero principalmente la entrevista, son las herramientas con las que cuenta el cronista para armar un rompecabezas investigando: reconstruye a través de los indicios, la realidad oculta. Así, la labor detectivesca del cronista es fundamental para absorver y analizar la información que es provista por la multiplicidad de voces que incluya en su trabajo de campo.

Cabe destacar que la incorporación de las experiencias, los puntos de vista, las creencias, costumbres y pensamientos de las fuentes indirectas son la base de su investigación. La multiplicidad de voces dentro del texto son escenciales para lograr que el lector pueda comprender ese mundo hasta entonces desconocido tal como lo hizo el cronista. Los testimonios recopilados serán parte la materia prima de una crónica: son considerados verosímiles para el cronista-reportero, quién toma la plabara de quién vive determinada realidad y la relaciona con las problemáticas que la condiciona.

Quién resume adecuadamente la importancia de la inclusión de las fuentes indirectas en una crónica es Ryszard Kapuscinski: “En realidad, quizás sea el más colectivo de los géneros literarios, creado por docenas de personas -los interlocutores con los que nos topamos en los caminos del mundo- que nos cuentan historias de sus vidas o de las vidas de sus comunidades, o acontecimientos en los que han participado o de los que han oído hablar a otros”.

Es notable que Kapuscinski considera a la crónica como un género “literario”, pero que retrata hechos reales que hayan vivido personajes reales. Los textos de no-ficción tienen esa particularidad:

un realato que una plantea una problemática incorporando fragmentos de entrevistas y pasajes narrativos, que da como resultado un relato rico en imágenes a partir del punto de vista del cronista. Nuevamente aparece aquí el concepto de “mirada”. La cónica no es más ni menos que un punto de vista. Basándose en la multiplicidad de enfoques posibles, la labor del cronista admite subjetividades que le dan cierta libertad a la investigación que en otros ámbitos no podrían ser consideradas como “serias”. Con recursos como la adjetivación o el uso de la primera persona, el cronista debe mantener el equilibrio adecuado entre aquello que forma parte de la realidad de los hechos y su presentación a lo largo del texto. Ana María Amar Sánchez plantea “la relación entre lo real y la ficción, entre lo testimonial y su construcción narrativa”. La tensión que existe entre ambos ámbitos hacen que el cronista deba optar por una construcción narrativa determinada sin perder la fidelidad por la información recopilada. La inclusión de recursos literarios, en este caso, no funciona como mero “maquillaje” de la realidad sino que por el contrario, ahondan en los detalles que efectivamente forman parte de aquello que el cronista busca dar a conocer, y que, en otros géneros periodísticos no son admitidos por su carácter de “objetivos”. Si bien todos los textos están escritos por alguien, la crónica reconoce esa subjetividad de la escritura, se hace cargo de ella, porque es la escencia del relato: el punto de vista del autor, más allá de los demás puntos de vista que puedan existir sobre la temática que desarrolla.

La decisión del cronista en cuanto a la presentación narrativa de los hechos da como resultado un texto que Amar Sánchez clasifica como un híbrido, producto de un cruce entre “lo periodístico” y “lo literario”.

En palabras de Maximiliano Tomás: “La crónica no sólo busca informar. Sus objetivos pasan, también, por ofrecer una mirada personal de los hechos narrados, por poner en juego la propia subjetividad del narrador, por componer una historia utilizando las herramientas de representación -como se dijo- que parecían exclusivas del campo de la literatura: la variante de puntos de vista que ofrece la primera, segunda o tercera persona, el uso de guines de diálogo, de monólogos interiores, de largas descripciones o digresiones funcionales al relato. La crónica utiliza, en su beneficio y mixturandolos, los demás géneros periodísticos: el reportaje, la entrevista, el perfil, la investigación. Y pretende construir, a través de ellos, como una suerte de “relato total”.

Un género como la crónica, necesita de un profesional apasionado que sea capaz de entrelazar adecuadamente los recursos de los que dispone para dar a conocer las historias ocultas que ha investigado. Conocer, para dar a conocer. Un género complejo, a manos de quién sepa complejizar la simplicidad de la cotidianeidad.


jueves, 4 de diciembre de 2008

Citas

Ryszard Kapuscinski en “Encuentro con el Otro”

En realidad, quizás sea el más colectivo de los géneros literarios, creado por docenas de personas -los interlocutores con los que nos topamos en los caminos del mundo- que nos cuentan historias de sus vidas o de las vidas de sus comunidades, o acontecimientos en los que han participado o de los que han oído hablar a otros”.


Esta cita me parece pertinente para el ensayo, ya que sintetiza la necesidad de la crónica de incluir diferentes voces, no sólo textos académicos, sino testimonios de los protagonistas y actores que participan activamente de la problemática que tratará. Lo relaciono con los origenes orales de las primeras historias, cuando el hombre aún no conocía la escritura y la oralidad era la única forma de preservar la tradición. Por otra parte, también está relacionado con el perfil de entrevistador que debe tener el cronista para conocer “desde adentro” a los participantes de la historia que contará.


Martín Caparrós en “La Argentina crónica”

La crónica es una mezcla, en proporciones tonalizadas, de mirada y escritura. Mirar es central para el cronista -mirar en el sentido fuerte. Mirar y ver se han confundido, ya pocos saben cuál es cuál. [...] Mirar es la búsqueda, la actitud conciente y voluntaria de tratar de aprehender lo que hay alrededor -y de aprender. Para el cronista mirar con toda la fuerza posible es decisivo. Es decisivo adoptar la actitud del cazador”.



Pondré está cita al principio de mi ensayo, porque toda crónica comienza con una mirada curiosa del cronista. Sin curiosidad no hay motivación alguna para investigar determinado tema. Esa mirada debe ser profunda, capaz de analizar los hechos de la vida cotidiana con los que nos cruzamos o con los que alguien, alguna vez, se haya cruzado. El corinista vendría a convertirse en una especie de “esponja de la realidad”, debe absorver todo aquello que vea, que mire, porque será a partir de esas observaciones que podrá analizar en profundidad el tema de su crónica.


Maximiliano Tomás en “La Argentina Crónica”

La crónica no sólo busca informar. Sus objetivos pasan, también, por ofrecer una mirada personal de los hechos narrados, por poner en juego la propia subjetividad del narrador, por componer una historia utilizando las herramientas de representación -como se dijo- que parecían exclusivas del campo de la literatura: la variante de puntos de vista que ofrece la primera, segunda o tercera persona, el uso de guines de diálogo, de monólogos interiores, de largas descripciones o digresiones funcionales al relato. La crónica utiliza, en su beneficio y mixturandolos, los demás géneros periodísticos: el reportaje, la entrevista, el perfil, la investigación. Y pretende construir, a través de ellos, como una suerte de “relato total”.



Me parece que esta última cita caracteriza de manera breve todo aquello que es una crónica, o lo que busca ser. Sintetiza de manera muy concisa la gran variedad de generos que engloba la crónica y principalmente, la subjetividad del autor siempre presente a lo largo del texto, más allá del uso de la primera persona. Me parece muy pertinente ubicarla al final del ensayo, con el fin de respaldar la conclusión de la complejidad del género, y la tarea del cronista como periodista multidisciplinario.



Estilo

Antes de sentarme a escribir mi ensayo, tuve que tomar la decisión de utilizar un estilo académico, o lo que Flusser llama “tratado” o un “estilo vivo” que explicíte la primera persona a lo largo del texto. He decidido usar el academicismo ya que me siento más cómoda, debido a que a lo largo de la carrera tuve la oportunidad de producir diversos textos con ese estilo. Mis experiencias previas como productora de monografías, por ejemplo, hacen que aproveche los recursos de los cuales me he enriquecido durante el proceso de escritura, y como lectora, como receptora de esos textos.

A partir del ensayo sobre el ensayo de Flusser, es posible comparar los estilos que utilizan distintos autores como Berger y Calvino.

El primero de ellos, en su ensayo “El traje y la fotografía”, ofrece una mirada personal, se centra el los detalles y analiza, a partir de ellos su relación con las hegemonías sociales de la época para llegar, a través de la argumentación a conclusiones vinculadas al carácter físico y social del uso del traje, de cómo fue creado para una sociedad de élite y que luego fue acatada por la sociedad campesina: “Las clases trabajadoras llegaron a aceptar ​como suyos ciertos valores de la clase que los gobernaba”. El autor, descubre sus propias conclusiones a partir de la observación de tres fotografías, cuyos retratados vestían traje pero pertenecían a clases sociales diferentes. En “Fotografías de la agonía” analiza el papel de la fotografía bélica y su efecto en los receptores de los diarios que las publican. El autor hace explícita la tesis central de su ensayo, y reflexiona acerca de la ética y la política.

Por otra parte, Italo Calvino reflexiona sobre la motivación del coleccionista, y los significados de guardar, organizar, etiquetar, ordenar los objetos de colección. Compara diferentes colecciones que observa en la muestra en la que se encuentra, utiliza un estilo vivo ya que es partícipe se sus observaciones, incluye sus pensamientos a medida que recorre la muestra y llega a sus conclusiones comparando y analizando.

Me siento más identificada con el estilo de Calvino en el ensayo “Qué nuevo era el Nuevo Mundo” ya que presenta datos concretos y hace un recorrido histórico que argumenta en favor de su tesis central. Las citas que seleccione para mi ensayo serán la base sobre la cual arme mis fundamentos para argumentar sobre la figura del cronista y aquello que lo hace distinguirse.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

El principio del fin: Bloque Ensayo

Diario de escritor



En un principio, mi ensayo iba a orientarse a la crónica como género, pero me pareció un tema muy general y decidí hacer mi recorte centrándome en la figura del cronista.

Estos son algunos de los temas que me gustaría tratar:

*la motivación del cronista

*la búsqueda de historias

*su visión del mundo, su experiencia

*la habilidad para contar historias

*relación con la literatura

*relación con los demás géneros

*utilización de entrevistas; multiplicidad de voces; fuentes indirectas



Reflexión sobre género narrativo

El género narrativo ofrece al escritos una amplia gama de herramientas que puede utilizar a su gusto y piacere para contar historias con elementos que pertenecen a la realidad, pero que, combinados de una manera específica (¿estratégica?) pueden dar como resultado una historia irreal de fuerte impacto en el lector, tal como dice Carver: “Es posible, en un poema o cuento, escribir sobre cosas y objetos comunes y corrientes usando un lenguaje común y corriente pero preciso, e imaprtirle a esas cosas un poder inmenso, incluso perturbador. Es posible escribir un diálogo aparentemente inocuo y producir un escalofrío en la espina dorsal del lector”
En el libro “La escritura y sus formas discursivas”, Alvarado y Yeannoteguy toman el pensamiento de Bruner para llegar a la conclusión de que “las personas son pensadas como actores o sujetos que actúan movidos por metas u objetivos, que se valen de instrumentos para alcanzar esos objetivos, y que, en su trayecto, deben vencer obstáculos que les presenta el medio. Se trata de una representación narrativa de las acciones humanas”. A partir de este pensamiento, podría decirse que la narración es un género que permite articular la causlidad con la casualidad, dando origen a un relato donde algo le sucede a alguien en un tiempo determinado, más allá de que estos elementos que conforman la historia estén explicitados o no. A través del trabajo del narrador se podrá dar cuenta de cuáles y cómo son estos acontecimientos extraodinarios que dar origen a la historia. Los recursos literarios deben ser utilizados de manera tal que produzcan un impacto en el lector, como dice Carver: “La tarea del cuentista es investir el atisbo con todas sus capacidades. Aportará su inteligencia y pericia literaria (a su talento), su sentido de la proporción y su sentido de la pertinencia de las cosas: de cómo las cosas están allí realmente y de cómo ve esas cosas -como nadie más las ve. Y esto se hace mediante el uso de un lenguaje claro y específico, un lenguaje usado para darle vida a los detalles que iluminarán el cuento”. Es decir que no sólo es necesario articular los personajes con los hechos a través de una trama secuencial, sino saber contarlo con un estilo apropiado para dar determinado efecto.
La diferencia con los géneros que hemos visto durante el transcurso de la cursada, es que existe la posibilidad de incluir sucesos imaginarios, extraordinarios, irreales, teniendo como límite aquel que la imaginación del escritor alcance. Tanto la entrevista como la crónica, se plantean como géneros de no-ficción aunque es válida (y en ocaciones, hasta necesaria) la inclusión de elementos literarios para complementar con los datos “duros” propios del género. En palabras de Benjamin (en contraposición con la información): “lo extraordinario, lo maravilloso es narrado con la mayor presición, pero no se imporne al lector ninguna interpretación psicológica de los acontecimientos. Las cosas son expuestas para que las ineterprete a su gusto, tal como las entienda [...]”
Por otro lado, un factor clave en la narración es la imprevisibilidad de los hechos, el factor sorpresa que hace que lo inesperado suceda y mantenga atrapado al lector en una relación de tensión con los hechos, como apuntan Alvarado y Yeannoteguy, “la narración surge cuando hay algún tipo de desfasaje que hace que un hecho no concuerde con lo previsible , es decir, que rompa con el esquema de comportamiento esperado”. Dentro de la tesis de la historia principal y la historia que permanece oculta propuesta por Piglia, la imprevisibilidad serviría para develar cuál es la historia 2, la historia que “se construye con lo no dicho, con el sobreentendido y la alusión”, ya que el lector debe “atar cabos” para llegar a conocer qué es aquello que el escritor esconde tras sus palabras, y que, a través de la imprevisibilidad ayuda al lector a descubrir la historia secreta.

Los Voluntarios

Los voluntarios

Cuento a partir de interpretación onírica

En el año 2058, luego de que una bebida gaseosa y azucarada a base de vegetales llamada COQA causara la muerte de varias personas que la ingierieron en grandes cantidades, una prestigiosa cadena de laboratorios comenzó a investigar las posibles causas de esas misteriosas muertes. La popular bebida creada hacía ya muchísimos años dejó de distribuirse en los países desarrollados que pudieron sobrevivir a la Gran Crisis que devastó económicamente a gran parte del planeta a partir de la segunda mitad del Siglo XXI. Sin embargo, en aquellos países poco desarrollados, la firma COQA siguió produciendo grandes cantidades de gaseosa que era distribuída en dosis presisas entre la población empobrecida.

El laboratorio S.P.P. & Cía tomó cartas en el asunto luego de que las muertes por ingestión de COQA en cantidades no recomendadas trascendieran las fronteras nacionales, y comenzaran a formar parte de un problema internacional.

Mariana García fue la primer voluntaria que se presentó al aviso que el laboratorio publicó en el

diario con mayor tirada en el país: “Se necesitan al menos dos voluntarios para un riesgoso proyecto científico a cargo de investigadores de primer nivel. Importante recompensa monetaria. Reserva absoluta”.

Su decisión de someterse a un encierro de tres semanas en una superficie cercada por vidrios aislantes, monitoreada las 24 horas por especialistas que le realizaran diversos estudios, muchas veces dolorosos, fue impulsada por su difícil situación personal. Su marido la había dejado luego de su despido de una empresa multinacional que le pagaba una pequeña fortuna por su labor. Así como ella, miles de empleados fueron despedidos luego de la declaración de quiebra declarada por la empresa, consecuencia de la Gran Crisis. Sin trabajo, sin marido y con numerosas deudas que no la dejaban dormir, su único escape, y quizás el más sencillo, era participar de la búsqueda de una cura para la extraña enfermedad. Sabía cuáles eran los riesgos del tratamiento: había altas probabilidades que la muerte la sorprendiera tres semanas después de ingerir únicamente COQA por ese período. Pero no tenía nada que perder.

El otro voluntario era Nicolás Contreras, un joven de unops 28 años, que había nacido en la época y el lugar en que la bebida era consumioda masivamente en zonas carenciadas debido a su bajo costo. Era un muchacho trabajador, sin familia, ni futuro. El escaso salario que ganaba en la fábrica no le alcanzaba para solventar sus gastos más básicos. Entusiasmado por la recompensa de prestar su cuerpo por algunas semanas, se dirigió hacia el laboratorio con la esperanza de quedar seleccionado.

Al momento de la entrevista, los científicos encontraron en Mariana y Nicolás a unos pacientes potencialmente aptos para el proyecto ya que ambos, en algún momento de sus vidas, habían ingerido pequeñas dosis de COQA, y era probable que sus organismos reconocieran los componentes de la bebida. Tras firmar un contrato de responsabilidad por las posibles consecuencias del tratamiento, y, en caso de sobrevivir, las secuelas permamentes que podrían presentarse, los dos quedaron incluídos en el personal que partciparía del proyecto.

Durante la primer semana, ambos pasaban sus horas en el aislamiento total del cubículo herméticamente sellado. Sólo ingerian COQA, alternada con los antídotos y medicamentos que eran otorgados por los doctores a diario. Al final del día, gran cantidad de estudios les eran realizados con el fin de retrasar los efectos fatales del consumo de la bebida en grandes cantidades. Sin embargo, ninguno de los dos sintió nada raro en su cuerpo. El encierro mismo los llevó a pasar largos ratos conversando acerca de sus miedos y sus tristezas, así como también de épocas pasadas y felices que ya no volverán.

En la segunda semana, los cambios comenzaron a hacerse más notables. El aspecto de ambos había desmejorado a tal punto que casi no podían levantarse de sus camas. Sus huesos corroídos, su pìel amarillenta y su abdomen sumamente inflamado eran signos de que algo no andaba bien. Los antídotos, cada vez más potentes y en grandes dosis ya no hacían efecto. Una noche, entre sollozos, Mariana y Nicolás se dieron cuenta que estaban entrando en la tercer semana del tratamiento, sin grandes avances respecto de la cura de la enfermedad.

Los últimos días de la tercera fase fueron devastadores para los voluntarios. A pesar de los antídotos, sus débiles organismos no fabricaban las defensas necesarias para soportar las grandes dosis diarias de COQA que les eran suministradas. La inflamación del abdomen era tal que dificultaba cada vez más su respiración. Ya no había vuelta atrás.

Los científicos dieron por finalizada la investigación en febrero de 2059. Cuando entraron al cubículo, los cuerpos de los voluntarios yacían sin vida sobre sus respectivas camas. Sólo la piel que los recubría se mantenía intacta. El resto, los organos internos, los huesos, literalmente se habían derretido, dejando un charco gelatinoso que empapaba las sábanas y traspasaba el colchón, inundando toda la habitación con un líquido negro que tenía un penetrante y nauseabundo olor.

La cura de la enfermedad nunca se descubrió, ni la COQA fue sacada de circulación en los países pobres del planeta, ni la historia del calvario que tuvieron que soportar Mariana García y Nicolás Contreras había trascendido hasta este momento.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Cuento de Hermes Molaro

En este cuento de Hermes Molaro, puede observarse que se trata de una conversación, más allá de la falta de marcas que caracterizan a los diálogos (guión al comienzo, párrafo aparte cuando habla cada interlocutor, etc.). Tampoco se observan signos de exclamación, y en algunos casos, de interrogación, sino que es el lector quien debe interpretar qué tono estaría utilizando quién habla.

Tanto en el comienzo como en el final, pareciera que se trata de una conversación trivial y casual: el gusardián de las trinieblas y del sol se presenta, hecho que da origen a una serie de preguntas curiosas acerca de cómo es ese trabajo y su finalidad. Al final del cuento da la sensación que quién estaba interrogando al guardián, estaba, de hecho, interrumpiendo su labor: “Que el bien y el mal se apiaden de nosotros. Bueno lo dejo que tengo que seguir trabajando…”.

En ciertos pasajes parece que uno de los interlocutores reflexiona consigo mismo, hace un pensamiento “en voz alta”: “Ajá, nunca escuche hablar a un tipo tan limado, que interesante. Limado. No tiene importancia lo que digo, dígame y para llevar a cabo semejante trabajo, debe de tener poderes importantes”.

Al no dar datos respecto del contexto (marcas espacio temporales) en el que esta conversación se desarrolla, ni datos acerca de el aspecto físico de los interlocutores u otras características de ambos, el autor deja libre la imaginación del lector, para armarse en su mente la situación en la que se encontrarían los dos personajes.

jueves, 13 de noviembre de 2008

El anillo

Nombre: Albert Einstein

Lugar: Santiago de Compostela

Fecha: 29 de agosto de 1978

Fragmento de canción: I just can't get you of my head


Mónica era una mujer sumamente tranquila y trabajadora. Nació el 29 de agoto de 1978 en un pueblo del interior, y fue criada por una tía que le enseño cómo hacer correctamente todos los quehaceres. Cuando apenas era una adolescente, la recomendó a la amiga de una vecina que necesitaba una joven que pudiera ayudarla con las tareas que, por su edad, ya no podía hacer. Mónica se desempeñaba muy bien como empleada doméstica hace años en la misma casa. Su única familia era su patrona, Doña Alcira, una anciana de buenos modales que había emigrado desde su Santiago de Compostela natal hace añares, y se instaló en su actual casa en el barrio de San Cristóbal.

Mónica nunca imaginó que su destino iba a cambiar aquella mañana, cuando limpiando los muebles del living tiró sin querer la radio antigua que le hacía compañía todas las mañanas mientras quitaba el polvo al modular de algarrobo. El estribillo de esa canción iba a quedar en su memoria para siempre: “I just can't get you of my head” repetía la voz de esa mujer que cantaba en un inglés cerrado que ella nunca iba a entender. En aquel momento, sintió que el tiempo se detuvo por unos minutos. No sabía de que manera iba a reparar su torpe error, ni cuanto costaría reparar aquella reliquia que acababa de arruinar. Pedazos de madera, tuercas y tuerquitas se desparramaban por la alfombra azul. Doña Alcira dormía su siesta, así que se apresuró en juntar las piezas que conformaban la radio mientras intentaba pensar en una solución rápida.

Algo brillaba demasiado y no lograba confundirse con la gran cantidad de piezas diminutas que se encontraban dentro de la radio. Un anillo de oro, con brillantes algo desgastados se asomaba misterioso. Lo escondió en el bolsillo de su delantal ante la mirada fría de los retratos de quién sabe que familiares lejanos de Doña Alcira que se acomodaban armónicamente en el modular de algarrobo. Se sintió perseguida, agobiada, un calor insoportable la sofocaba al tiempo en que, sin pensar demasiado, escondía el anillo en el bolsillo de su delantal.

Entre sollozos explicó el accidente a su patrona, quién miraba fijamente los pedazos de radio cuidadosamente acomodados sobre la mesa. Supo que no podría reponer esa reliquia, pero se comprometió a regalarle una radio moderna para enmendar su torpeza.

Los días pasaban, y al tiempo que trataba de ahorrar unos pesos para la nueva radio, no podía sacar de su mente el anillo que descansaba en el cajón de su mesita de luz, tan brillante, tan oculto.

Ese martes se dirigió a hacer las compras al mercado para toda la semana. Cargada de verduras y artículos de limpieza, se metió sin pensarlo en la casa de empeños. Pensó que había encontrado la forma de reponer la radio de Doña Alcira sin ponerse en grandes gastos, ya que los tiempos eran duros y el sueldo no le alcanzaba para comprar esos minicomponentes ultramodernos que había visto en el mercado.

Doña Alcira nunca llegó a comprender por qué Mónica enloqueció de esa manera. La imagen de su empleada tirando al suelo todos los portarretratos del modular, gritando y llorando quedó grabada en su mente. Recordó que le agradeció por el obsequio y la besó en la mejilla cuando le dió el paquete. Recordó que juntas encendieron la radio, y la voz cantante de una mujer repetía: “I just can't get you of my head”.


miércoles, 12 de noviembre de 2008

Nota de lector: "Un día perfecto para el pez banana" J. D. Salinger

A través de este relato de Salinger, el lector puede configurar en su mente la personalidad de los personajes y los conflictos que atraviesan a partir de los distintos diálogos que se desarrollan en el cuento. Una madre asustada por el destino de su hija, Muriel, de viaje con su esposo Seymour, que volvió de la guerra bastante cambiado y con los problemas que esto acarrea.

La precencia de un psiquiatra da cuenta de las secuelas que la guerra dejó en la mente del esposo de Muriel, y que podrían llegar a manifestarse de un modo peligroso, poniendo en riesgo su vida.

El episodio con la niña en la playa resulta confuso y atemorizante a la vez. Un diálogo sin mucho sentido entre Seymour y una niña desprotejida por su madre, a quién no le preocupa que su hijita hable con un desconocido y vaya al mar con él. Esta figura aparece en contraposición con la madre de Muriel, quien todo el tiempo indaga acerca de las posibilidades de que algo malo ocurra y trata de convencer a su hija para que regrese con cualquier excusa. La atemoriza saber que esta lejos con un hombre que pueda cometer alguna locura. Seymour se pone al mismo nivel conversacional de la niña, y se produce un intercambio de palabras que mezclan la inocencia de la nena con la locura de Seymour.

El final resulta inprevisible teniendo en cuenta los antecedentes psiquicos de Seymour. Todo parece indicar que asesinará a su esposa pero finalmente termina suicidándose: “Echó una ojeada a la chica que dormía en una de las camas gemelas. [...]Después fue hasta una de las maletas, la abrió y extrajo una automática de debajo de un montón de calzoncillos y camisetas [...] Sacó el cargador, lo examinó y volvió a colocarlo. Quitó el seguro. Después se sentó en la cama desocupada, miró a la chica, apuntó con la pistola y se disparó un tiro en la sien derecha”

Nota de lector: "El hombre que ríe" J. D. Salinger

Dos historias, una real y otra imaginaria, que son contadas en forma paralela dan forma a este relato de Salinger.

La saga del “hombre que rie” que es narrada por el Jefe de los Comanches, no busca ser un relato realístico, sino por el contrario, alimenta la fantasía del grupo de niños que espera con ansiedad un nuevo episodio de esta especie de héroe al que admiran: todos se sienten, de alguna forma, herederos y descendientes del “hombre que ríe”. Las aventuras y desventuras de este ser (no encuentro otra forma de catalogarlo) son contadas paulatina e improvisadamente. Hechos fantásticos, cualidades y poderes extraordinarios son el centro de atención de los comanches.

Por otro lado, pasajes de las experiencias de los Comanches y el enamoramiento del Jefe, John Gedsudski, se entremezclan con la historia inventada. Aparece la figura de Mary Hudson, en principio en forma misteriosa, sólo en una fotografía pegada en el autobús “masculino”. Luego, comienza a integrarse con el grupo: si bien al principio quién narra la historia la ve como una “entrometida”, más adelante comienza a verla como una buena bateadora para su equipo.

La ruptura de Mary Hudson con el jefe de los Comanches coincide con el final de la historia del “hombre que ríe”. En ningún momento se explican los posibles motivos de dicha ruptura, ni se hacen explícitos los sentimientos de John. Sin embargo, sus cambios repentinos de humor, o la pronunciación de palabras soeces delante del grupo de niños, dan cuenta que no se encontraba de ánimo para soportar ni siquiera el silencio que reinaba en el autobus.

El “hombre que ríe” quedó plasmado en la memoria del niño que narra en primera persona: la muerte (¿suicidio?) de su héroe siguió presente en su mente, a tal punto que relaciona un trozo de papel rojo con la máscara que “el hombre que ríe” utilizaba, y el temor de que el relato que lo atrapó durante 1928 pudiese ser real lo invade: “Llegué a casa con los dientes castañándome convulsivamente [...]”.


Nota de lector: "Nota al pie" R. Walsh

La estructura de este relato remite a la misma historia contada desde adentro, por el protagonista principal, león, un hombre poco afortunado tanto en el ámbito laboral como sentimental, y desde afuera, a través de la mirada de Otero, que, sorprendido por la muerte de León, intenta descifrar los posibles motivos de su muerte a medida que avanza con la lectura que el difunto dejó.

Los recuerdos que se instalan en la memoria cuando se produce una muerte quizás no tan sorpresiva de un ser cercano, reconocible aparecen a medida que la carta que escribió León va cobrando mayor protagonismo en el texto. Esto puede verse en la extención que ocupa como “nota al pie” a propósito del título.

Una crisis emocional producto de un trabajo mal pago con reconocimientos mínimos que llevan a León hacia una profunda depresión que culmina con su suicidio.

Su fuerte compromiso con el trabajo y su estrecha relación con la traducción se empañan a medida que no puede solventar sus gastos, a tal punto de llegar a vender sus pertenencias para preservar su salud. El agradecimiento que mantiene con Otero, quién lo hizo incursionar en el traductorado de libros que se vendían a bajo precio en los kioskos: “No he olvidado que todo ese mundo nuevo se lo debo a usted”. A pesar de su compromiso laboral, Otero lo veía como “un hombre de una cultura mediana, hecha a los tumbos, llena de lagunas y de prejuicios” cuya muerte “no era un acto de grandeza ni un arranque inconciente. Era la escapada de un mediocre, un símbolo del desorden de los tiempos”.

A medida que el relato avanza, una catarata de sensaciones, sentimientos, ironías, melancolía y resignación son parte de aquello que sucede en el cuarto de la pensión donde León vivía, y aquello que intenta explicar en su carta.

martes, 11 de noviembre de 2008

Nota de lector: "Fotos" R. Walsh

A lo largo del texto -y a través de una escritura desordenada y en ciertos pasajes, hasta confusa- se contraponen las figuras de dos amigos de la infancia, que nacieron en el mismo pueblo pero tomaron caminos completamente diferentes.

Ya en su niñez, Mauricio presentaba problemas de conducta e indisciplina, que confundía la rebeldía pre adolescente con una picardía cuasi maliciosa. A medida que va creciendo, su rutina cambiante de buscavidas puede detectarse en distintos pasajes del relato: “Yo estaba viviendo para nada, corriendo deun lado a otro como si el mundo me persiguiera. De golpe me despertaba en Esquel o en Salta. Nunca sabía lo que iba a hacer al día siguiente. Me sentía muy libre pero era falso. No era yo el que se movía”.

Por otro lado, Jacinto, proveniente de una familia protectora, mantiene una buena relación con su hermana Estela, quién lo mantiene al tanto de las novedades del pueblo a través de las cartas, y también con su madre, que lo cuida a la distancia mientras desarrolla sus estudios universitarios en Buenos Aires.

La frase que pronuncia la madre de Jacinto: “La vida es difícil porque está llena de caminos todos iguales y uno no sabe por cual agarrar”, marca el eje del relato. Mientras Mauricio intenta ganarse la vida como fotógrafo del pueblo, luego de recorrer el país en busca de su destino, luego de pasar por la colimba con los problemas de conducta que arrastró toda su vida, Jacinto, un abogado que comienza a incursionar en el ámbito político local, regresa al pueblo al frente de un estudio propio.

Un hecho clave, protagonizado por Paulina, la esposa de Mauricio, quién huye de un matrimonio violento para encontrar consuelo en los brazos de Jacinto, trae como consecuencia el incendio del negocio de fotografía de Mauricio y su posterior suicidio a orillas de la laguna que frecuentaba cuando era niño. Los pensamientos confusos de Jacinto al ver el cadáver dan cuenta de la relación fatal que mantenía Mauricio con la fotografía: “Lo que no se, Mauricio, es por qué te estás riendo y qué hacés con el revólver, por qué le has puesto un hilo atado del gatillo que viene hasta el disparador de la cámara donde trato de meterme para ver qué estás haciendo y qué es eso que te borra un costado de la sien”.

Por último, la imágen de su enemigo en el pueblo de Ferrocarril Sur, llamado Ordoñez retrata a la viuda de Mauricio casándose con su único amigo. Y otra frase que en algún momento la madre de Jacinto refirió a Mauricio: “No es malo, sino que tiene mala suerte”.

Nota de lector: "Esa Mujer" R. Walsh

Si bien el autor no nombra a “esa mujer” en ninguna parte del relato, claramente se trata del Eva Duarte y la odisea que su cuerpo tuvo que soportar desde el momento de su muerte. Pocos conocen la travesía que lo transportó de un lado a otro, las condiciones en las que se encontraba el cadáver y el aire místico que lo envolvió desde entonces. El protagonista, que narra en primera persona el encuentro fallido con el coronel, explicita desde un comienzo el motivo de su precencia en aquel lugar: “Yo busco una muerta, un lugar en el mapa”. Lo invade la impaciencia de conocer los secretos que el coronel no desea contar. Esa necesidad de tener conocimientos de aquellos datos, se diluye al ritmo que el whisky se termina y sólo quedan los hielos en el vaso. El ambiente oscuro le da un aire aún más misterioso al relato. Hacia el final del cuento, puede notarse la decepción del protagonista de irse con las manos vacías, o peor aún, con muchos más interrogantes en su mente: “Y mientras salgo derrotado, pensando que tendré que volver, o que no volveré nunca”. Finalmente, la última frase del coronel deja aún más devastada la posibilidad de que los secretos que esconde el cadáver salgan a la luz: “Esa mujer es mía”

Haber leído “Santa Evita” de Tomás Eloy Martínez hizo que este cuento de Walsh me remitiera a esa novela que trata la misma temática.


Autoevaluación a mitad del cuatrimestre

Desde el comienzo de cursada en agosto, me invadieron las típicas expectativas, ganas, desafíos y, por que no, temores. Aquellas sensaciones que los alumnos sí o sí sienten en algún momento de la carrera. A medida que las clases transcurrían, fui conociendo el modo de trabajo que se llevaría a cabo a lo largo de la cursada. La falta de práctica en la escritura fue la principal valla que tuve que aprender a superar, aunque estoy convencida que día a día puede mejorarse aún más, y que ese proceso de aprendizaje es infinito. Conocer algunas estrategias y recursos que enriquecen la ecritura, propuestas por distintos autores como Ulibarri en el bloque Entrevista, y Amar Sánchez en el bloque Crónica, fue la herramienta teórica que sirvió como base para mis escritos de aprendiz.

En el trabajo de Entrevista tuve la posibilidad de conocer una persona con una historia de vida sumamente interesante. Si bien ya poseía alguna que otra experiencia como entrevistadora, cada persona (entrevistada) es un mundo diferente y nunca se sabe a ciencia cierta que puede resultar del encuentro de dos desconocidos, uno que indaga y otro que responde. Muchos factores influyeron en el resultado final: la personalidad extrovertida del entrevistado, la experiencia previa de ambos en los roles que nos tocó interpretar, la distención del lugar de encuentro, los guiños y “perlitas”. Y, por supuesto, la imprevisibilidad que caracteriza este tipo de género. En el trabajo de edición, donde las palabras quedan plasmadas en un papel, tuve la posibilidad de darle un toque personal a una conversación de una hora cuyo eje principal era la vida de este personaje tan particular. Quedé conforme con el trabajo final, porque pude darle forma a la entrevista manteniendo la fidelidad de las palabras pronunciadas.

Realizar la crónica me resultó mucho más intrigante. Nunca antes había trabajado con este tipo de género y no sabía con precisión cómo debía organizarla. Haber leído el libro de compilación “La Argentina crónica” de Maximiliano Tomas, fue muy útil ya que me orientó en cuanto a la variedad de estructuras, estilos y recursos que podría utilizar. Con la excusa de que “es para un trabajo de la facultad” asistí a un lugar al que siempre había tenido ganas de ir. Me sentía rara al principio, pero a medida que el reloj avanzaba, me fui sientiendo más cómoda. Observaba a las personas, sus movimientos, sus gestos, los rituales que caracterizan ese tipo de ámbitos. Hablar con distintas personas, de distintas edades, enriqueció mi producción con distintos puntos de vista y experiencias que hicieron que esas personas se encontraran allí, en ese tiempo y lugar. Capté aquellas chispas, aquellas imagenes que habían quedado en mi memoria, para luego darle forma cronológica a lo que sería mi trabajo final. Fue todo un desafío enfrentarme con un género totalmente desconocido.

Las expectativas que me invadieron a comienzo del cuatrimestre siguen a la orden del día, ya que cada género que se trabaja en el Taller, es un universo distinto listo para ser descubierto.

domingo, 19 de octubre de 2008

Crónica de Ivana Piredda

Crónica

“La verdadera explicación, sencillamente no se puede explicar”, por Ivana Piredda

Un relato cronológico en que la autora recoje las dos campanas que necesita para fundamentar el eje central de su trabajo de investigación: una familia humilde que se atrevió a criar como propio un hijo que su familia biológica nunca quiso, y un psicopedagogo, una vos experta, que explica de manera clara las posibles causas de dichos maltratos. La motivación personal de la autora están presentes explícitamente: quiere conocer, comprender, o por lo menos, tratar de comprender cómo es posible que la inconciencia de dos adolescentes puedan hacer tanto daño a un ser tan inocente e indefenso como lo es Alexis. La historia es contada desde adentro, utilizando una descripción detallada de las condiciones en que se encontraba el niño antes y después de que la familia Graso lo rescatara y le diera la posibilidad de crecer en un ambiente sano y adecuado. También, es contada desde afuera, es decir, al incluir una voz experta, le da a la crónica el respaldo de un profesional, necesario para convertirse en un texto de investigación periodística, a diferencia de un relato literario. Como lectora, debo reconocer que el relato me conmocionó. Conocer esta historia de abandono y tristeza, que se convierte en una historia de amor, y la reflexión final de la autora, hacen tomar conciencia de cuán cruel puede ser una persona al abandonar un hijo, y cuán fuerte puede ser el instinto de una familia para adoptar un niño al borde de la muerte. Es probable que contar esta historia desde dos enfoques distintos le haya servido a la autora para cubrir sus expectativas de investigación a partir de la propia motivación.

Reflexiones sobre el género: Crónica

Crónica

Reflexiones sobre el género


La crónica pemite que la mirada crítica y subjetiva del autor esté presente sin perder legitimidad como género de investigación de periodisno de no - ficción válido como tal. Resulta llamativo el hecho de formular un texto de investigación que incorpore fragmentos de entrevistas y pasajes narrativos para dar como resultado un relato rico en imágenes visuales que den cuenta de una realidad digna de ser contada. En palabras de Amar Sánchez, en “El relato de los hechos”:

[...] los relatos de no ficción -testimoniales- no son simplemente transcripciones de hechos más o menos significativos, por el contrario, plantean una cantidad de problemas teóricos debido a la peculiar relación que establecen entre lo real y la ficción, entre lo testimonial y su construcción narrativa.

Es decir, que para realizar una crónica verosímil se debe buscar un equilibrio adecuado entre aquello que forma parte de la realidad de los testimonios de los protagonistas, y su presentación a lo largo del texto. La incorporación de una multiplicidad de voces que den cuenta de distintos enfoques sobre una misma problemática conviven en el texto de una forma que muchas veces se contrapone con otros testimonos, o que refuerzan el eje central de la investigación. La crónica es una mirada, un punto de vista, respecto de un suceso o acontecimiento que se desarrolla en un tiempo y en un espacio determinado, pero no deja de ser un enfoque, el producto de una versión de los hechos: como asegura Amar Sánchez, “no hay una realidad, sino múltiples realidades contruídas socialmente”
La relación con la literatura presente en la descripción detallada y minuciosa de los aspectos a los que el cronista le da relevancia en el relato, y la consulta de fuentes alternativas que forman parte de los datos “duros” de la investigación periodística, (históricos, documentales, bibliográficos) produce un texto que termina convirtiendose en un híbrido, producto de un cruce entre “lo periodístico” y “lo literario” (Amar Sánchez).
La narración literaria permite la ultilización de sus recursos para contar los hechos de la realidad que difiere de otros géneros informativos más estructurados y consevadores en cuanto a la presentación de la información y las formas del discurso utilizadas.
Un recorrido del cronista por un sitio determinado, muchas veces desconocido, puede dar como resultado un relato no ficciol que utiliza recursos de géneros literarios muchas veces, ficcionales.

Noches de arrabal

Noches de arrabal


En la puerta del Club Armenio, se agrupa un tumulto de gente. Unas enormes puertas dan la bienvenida a un espacio inundado de tango arrabalero. La típica música del Rio de la Plata se deja escuchar despacito desde el subsuelo.
Ubicada en pleno Palermo Viejo, “La Viruta”, una popular escuela de tango y milonga, ofrece entre otros servicios, clases de baile, cena y shows en vivo. El ambiente cálido y familiar le da a la viruta un aire de informalidad más relajado que en aquellas milongas más típicas y tradicionales, dónde ciertos códigos se respetan a rajatabla, como la vestimenta: el traje impecable para los hombres y el vestido ceñido y zapatos con tobillera para las mujeres. Aquí, en La Viruta, todos lucen un atuendo elegante-sport. Eso si, es probable que si cruzamos fuera de la milonga a alguna de las mujeres que son habitués del lugar, midan unos cuántos centímetros menos. Caminan con elegancia y habilidad subidas a unos taco aguja que rondan entre los 8 y 10 centímetros de alto.
Casi todas las mesas estatégicamente ubicadas para no entorpecer el paso, están ocupadas. Grupos de personas charlan animosamente mientras disfrutan de la cena, generalmente acompañada con un buen vino. La puerta de la cocina no tiene descanso. Ricardo, un mozo del lugar, comenta que lo que más sale son las comidas criollas a la carta, ya que los turistas no sólo vienen por el tango, sino también para probar las delicias gastonómicas que el menú ofrece. Para aquellos que no quieren demorarse demasiado para salir a las pistas, la pizza casera y las minutas son una opción recurrente.
Desde temprano, la casa organiza clases de tango con el objetivo de iniciar a los interesados en aprender los pasos básicos del 2 x 4. Un animador invita a acercarse a la pista a tímidos y vergonzosos, que se ubican en una ronda algo desprolija al rededor de la pista. Rápidamente, el salón queda divido en tres sectores, en los cuales estudiantes principiantes, intermedios y avanzados comienzan a calentar los motores que les permitirán girar al rededor de la pista durante toda la noche, abrazados a tantos compañeros de baile como les sea posible.
Los aprendices siguen con atención las indicaciones de los docentes, que explican de manera clara y sencilla cómo deben desenvolverse en la pista. Ocho pasos básicos que pueden combinarse para crear un sinfin de formas y figuras, componen el repertorio de los expertos, quienes demuestran en cámara lenta cómo defenderse ante un tango o una milonga. De un lado las damas, de otro los caballeros, y la música tenue acompaña a los principiantes deseosos de poner en práctica los pasos aprendidos. Jóvenes y maduros, porteños y extranjeros, todos imitan el lento deslizamiento de los pies de los docentes. Esta primera aproximación al tango permite que los principiantes puedan desenvolverse con mayor soltura a la hora de milonguear.
Del otro lado, bailarines un poco más avanzados practican figuras más complejas y algunos trucos complicados. Los hombres toman con delicadeza a sus compañeras, y ellas se dejan llevar, se entregan al baile como hábiles gacelas.
Al costado de la pista, una niña de piel pálida y rizos rubios observa al grupo de novatos. Su madre le insiste para que se sume a la clase, pero ante la negativa de la pebeta vergonzosa, sólo le hace una pregunta antes de continuar con su práctica: “Why not!?”. Kim tiene 41 años y vino desde Canadá junto a su familia. En sus vacaciones por Buenos Aires, no dudó en convencer a todo el grupo familiar para que la acompañen a tomar unas cuantas clases de tango, para luego quedarse hasta la madrugada en la milonga.
A medianoche, las mesas se corren y se da comienzo a la milonga propiamente dicha: las parejas se unen al azar y se enredan en una coreografía improvisada al compás de la música. Aquellos que ya tienen los pasos de baile incorporados, rompen el hielo y ocupan el centro de la pista frente a la mirada de decenas de personas. Poco a poco, se van sumando bailarines hasta que el salón queda colmado de parejas. Entoces sí, en la masa bailante se puede visualizar con claridad la gran variedad de personas que asisten a la milonga. No hay diferencias de edad ni de status social que valgan a la hora del baile. La apertura mental que se debe tener para abrazar a un completo desconocido durante tres minutos, y dejarse llevar por la música melancólica del piano y el bandoneón, invita a dejar afuera cualquier tipo de prejuicio a la hora de bailar.
Giros inesperados para no chocarse, alguna sonrisa cómplice (consecuencia de algún pisotón), y los más variados firuletes de a dos, son moneda corriente en la pista.
Entre pieza y pieza, los cambios de pareja se suceden uno tras otro. Promediando la noche, la orquesta “La Típica Criolla” seduce con sus notas a los bailarines. Una voz melancólica, digna de ser confundida con esos antiguos discos de long-play, entona diversos tangos desde un escenario hábilmente iluminado. Mientras tanto, en la pista casi en penumbras, una gran cantidad de parejas disfruta de la música en vivo que da un aire tradicional a la velada.
De repente, una voz en off anuncia que algo inédito está por ocurrir. Los parlantes dejan escuchar la voz de Luis Miguel entonando un clásico bolero: “Su amor es como un grito/ Que llevo aquí en el alma y aquí en el corazón/ Y soy aunque no quiera/ Esclavo de sus ojos, juguete de su amor...”. Una gran expectativa inunda el aire. Una pareja se ubica en el centro de la pista desierta. Ella viste un vestido blanco, inmaculado, que deja ver unas piernas contorneadas por tantas noches de milonga, sostenidas por unas sandalias altísimas. Él, con un elegante traje negro, se arrodilla frente a su compañera y al grito de: “¡La quiero!” saca de su bolsillo un anillo que coloca en el anular de su mujer. Mientras se abrazan, los aplausos y silbidos surgen espontáneamente de todos los espectadores del romántico episodio. Silvia y Marcelo se conocieron en este lugar hace algunos años, y fue aquí mismo, entre estas paredes que vieron nacer su amor, el sitio elegido para comprometerse públicamente. Luego de un año de convivencia, habían decidido comprometerse con anillos y fiesta incluidos. Sin embargo, la propuesta sorprendió a Silvia, que se empilchó para una noche más de milonga junto a su novio sin siquiera presentir que podía ser protagonista de semejanto acontecimiento. El baile continúa, mientras amigos y familiares se acercan y felicitan a los flamantes comprometidos.
Mientras nuevas parejas se forman en la pista, la misma voz en off ahora anuncia el 2 x 1 en tragos y cerveza que la barra ofrece a los milongueros. Román, un muchacho de 29 años de contextura mediana se acerca y pide un chopp, con un claro acento francés. Vino hace tres semanas desde París, no sólo para perfeccionar el idioma, sino también para adentrarse en la cultura tanguera de la capital porteña. En su primera visita a Buenos Aires, quizo poner a prueba los conocimientos que adquirió durante un año en una asociación de tango con profesores argentinos. Asistir a la clase de tango le permitió refrescar los trucos y técnicas que aprendió en París. Se sorprende por el aire familiar de La Viruta, ya que tuvo la oportunidad de asistir a otras milongas cuyo ambiente frío y cerrado influyó en la dificultad para conseguir una pareja de baile. Para Román, como para muchos, no hay necesidad de conocer a la compañera, sino que sólo se trata de compartir el momento y disfrutarlo al máximo posible. Al terminar el chopp, se despide amistosamente y se acerca sin vacilaciones a una señorita para invitarla a compartir una pieza de baile, tal vez dos o tres.
Desde que la Ley Antitabaco rige en la capital porteña, hace aproximadamente 2 años, el “Salón Fumador” comienza de la puerta para afuera. Una joven elegante, de piel blanca y largos cabellos rojizos se acerca y pide un cigarrillo. Su nombre es Salima, tiene 20 años y hace 2 años da clases de tango en La Viruta. Su madre era habitué del lugar, y como no quería dejarla sola, la trajo a milonguear cuando apenas tenía 14. Empezó a bailar aquí, y aquí se quedó. Recuerda que en sus comienzos, el lugar era más familiar, pero fue creciendo y hoy, los fines de semana, se colma de principiantes, generalmente turistas, y grupos de amigos que se juntan tempranito a cenar, para luego gastar la suela de sus zapatos, milongueando hasta las seis de la mañana. Sonrie sonrojada ante una pregunta quizás algo indiscreta: ¿Hay algo detrás de una simple invitación de compartir una pieza de baile? Claro que sí, porque hay mucha soledad camuflada en la danza. Salima tuvo que aprender a manejar ciertas situaciones incómodas, como aquella vez en que un caballero cuarentón le invitó con un trago luego del baile. El tango, esa música arrabalera arraigada en la sociedad porteña e irresistible para los extranjeros, representa el deseo de las personas de abrazar y ser abrazadas. Aunque sea por el tiempo que dure una canción o dos. Es pasional, sí. Pero también es triste, melancólico. La búsqueda de una compañía, aunque sea efímera, la necesidad de sentir esa extraña conexión, y la soledad que aqueja a muchos milongueros, empuja a solitarios de la noche a adentrarse en un mundo en el que sea posible sentir el cálido roce de las manos de su pareja de turno.
Bien tarde, al rededor de las tres de la madrugada, la entrada libre da paso al arribo de los tangueros tradicionales. Hombres y mujeres que esperan el momento de ingresar a la milonga para demostrar la rica experiencia que les dieron noches y noches de práctica del 2 x 4 . Son admirados, y sobre todo, codiciados. Ellos, son los más solicitados a la hora del baile: saben como manejar a su compañera, como marcar los pasos para lograr una coreografía delicada, intima. Ellas, saben cómo seducir con su mirada misteriosa y sus labios carmesí. Acompañan con un abrazo cómodo y natural, saben como reconocer las pautas que le indican para que lado girar y la forma en que deben mover sus brazos y piernas. Y se entregan a la danza sólo por algunas piezas. Los tangueros – tangueros forman parte de un círculo relativamente cerrado, muchas veces son considerados exclyentes a la hora del baile. Se conocen entre sí, y más que habitués, son invitados de la casa. Entre ellos, Carlos se autoconsidera un tanguero duro que frecuenta distintas milongas de la Capital Federal. A sus 53 abriles, pasó gran parte de sus noches moviendo sus pies al compás del bandoneón. Se siente dichoso al poder tomar de la cintura a una compañera de baile para recorrer todos los rincones de la pista de baile. Nunca llega antes de las dos de la madrugada. Todos los viernes, previa cena con amigos, se dispone a mover sus zapatos azabache lustradísimos hasta el amanecer. En esta oportunidad, lo acompaña su amiga Mabel, dueña de una figura estilizada que, dice, siempre cuidó. Ambos son amantes de la música rioplatense, de Edmundo Rivero y Hugo del Carril. Son compañeros de la vida y del baile hace añares. Sin embargo, Carlos también se siente a gusto enredando sus piernas con las de alguna gringa que quiera acompañarlo con un tango. Al final de cuentas, sólo se trata de bailar.

De etnógrafos y cronistas

De etnógrafos y cronistas

Los estudios etnográficos, al igual que el resultado final de una crónica, utlizan métodos investigativos con el fin de dar cuenta de ciertos aspectos hasta entonces desconocidos. La entrevista, la observación, la indagación profunda de temas específicos, la descripción minuciosa, entre otras, son las herramientas que ambas disciplinas utilizan para dar a conocer, desde un punto de vista distinto, cietas problemáticas que informan y enriquecen a quienes pueden conocerlas. De esta manera, cobran importancia los detalles de las descripciones y los testimonios recopilados como trabajo de campo para la comprensión de distintos ámbitos culturales. Se trata de armar un rompecabezas indagando e investigando. Desde este punto de vista, y basándose en la multiplicidad de enfoques posibles, la labor del etnógrafo y la del cronista admite subjetividades que le dan cierta libertad a la investigación que en otros ámbitos no podrían ser consideradas como “serias”. La incorporación de las experiencias, los puntos de vista, las creencias, costumbres y pensamientos de las fuentes indirectas son la base de la investigación del etnógrafo y el cronista, quienes toman como verosímiles a dichos testimonios con el fin de retratar “desde adentro” aspectos de la vida cotidiana de los grupos sociales. En conclusión, si bien los objetos de estudio son distintos, los métodos y enfoques utilizados por ambos especialistas son similares y comparten gran parte de su razón de ser.

Kimonos en la tierra roja, R. Walsh

Kimonos en la tierra roja

Rodolfo Walsh mediante una recopilación de testimonios adecuada que le permiten contar las penurias de una colonia de japoneses que arribó al territorio misionero bajo la promesa de un futuro próspero en tierras casi vírgenes y desconocidas, en un continente alejado de sus raíces, y que nueve años más adelante, golpeada por la inmanejable extensión selvática, intenta sobrevivir a duras penas.

El futuro prometedor se convirtió en un espejismo que se disolvió junto con la esperanza de las 90 familias orientales de crecer y prosperar económicamente en la tierra misionera. El clima, inversiones mal asesoradas, la falta de un plan estratégico que haga posible dicho crecimiento, provocó a inmigrantes japoneses grandes pérdidas.

Algunos pudieron, con mucho esfuerzo, salir a flote y comenzar, muy despacio, a consolidar una economía familiar relativamente estable. A otros, no les quedó más remedio que volver con los sueños quebrados y las manos vacías.

El interior, Marín Caparrós

El interior

Misiones

En su viaje a lo largo de Misiones, Martín Caparrós retrata en orden cronológico aquellas vivencias que recoje a bordo de su “erre”, haciendo una descripción minuciosa de cómo afectan los cambios de clima, de las imagenes que recibe mientras avanza ruta arriba, de los colores de esta vasta provincia, que va descubriendo a medida que descubre también las historias escondidas en medio de la selva misionera, la costumbre matera casi perdida, que renació y comenzó un proceso de crecimiento sostenido en los ultimos tiempos. Historias de empresarios que explotan a sus trabajadores, de pobladores que padecen enfermedades a raíz de inmensas papeleras que dicen cuidar el medio ambiente, de niñas que son obligadas a prostituirse en una ciudad fronteriza, de familias que toman la decisión de vender a sus hijos por no poder mantenerlos, de maestras mal pagas, de contrabando, trabajo aborígen y otras miserias que aquejan a quienes sobreviven en las tierras coloradas.
Niños que hablan castellano, portugués y guaraní, gauchos con machete y familias enteras que subsisten gracias a las plantaciones de yerba son los protagonistas de esta crónica en la que el autor recorre la ruta 14 en busca de testimonios con los que pueda recrear aquellos acontecimientos que influyeron y actualmente influyen en la vida cotidiana de quienes habitan este suelo norteño.
Tuve la posiblidad de conocer esta hermosa provincia, en reiterados viajes durante mi adolescencia, y pude comprobar, como dice Caparrós, que estas tierras virgenes, casi sin explotación turística (a excepción de las Ruinas de San Ignacio y las Cataratas del Iguazú, por su belleza natural, y la Triple Frontera, que linda con Ciuudad del Este, por su universo trucho y sobre todo barato) representa mucho más que la yerba mate y la madera cara. No sólo es una tierra donde se ha perdido la posibilidad de creer en un futuro próspero. Es también una provincia llena de riquezas naturales que podrían ser explotadas sanamente, dando trabajo digno a los misioneros que no emigraron por amor a su tierra.

La Argentina crónica, notas de lector

La Argentina crónica

Notas de lector



Operación Ja Ja

El autor retrata el mundo fuera de cámaras que agrega ese condimento especial a las comedias, que muchas veces pasa desapercibido de tanto que lo oímos. Es cierto que sin las risas “en off”, hasta los chistes de los cómicos más reconocidos quizá no causarían gracias. Por contactos, por perseguir un sueño de estrellato mediante algún bolo, por simples causlidades, los reidores forman parte de la televisión argentina, aunque oímos sus risas, pero tal vez nunca veamos sus caras.
El arte de la risa da trabajo a cientos de personas gracias a que las risas pregrabadas no tuvieron éxito como en Estados Unidos, donde la laff box elije el sexo y la edad de la risa deseada. En la televisión argentina, la “maquina de la risa” no pudo competir con las risas “en vivo” que los reidores imparten en forma natural y hasta pueden llegar a sonar espontáneas, a pesar que están ciudadosamente controladas.
Paradógicamente, para los reidores, reir es un trabajo “serio”, y cumplen con sus responsabilidades detrás de escena más allá de la propia situación personal. Como es el caso de Susana, una reidora que dos días después del fallecimiento de su padre, estaba nuevamente a las carcajadas, trabajando.


El caso Poblete. La fuerza del cariño

En esta crónica, el autor reconstruye, a trevés de una compleja telaraña de relaciones (a veces, hasta confusa) cómo fue que la familia Poblete perdió a una de sus integrantes durante la Junta Militar que llevaba a cabo una feroz dictadura en el año 1976. Esa muchacha, en el momento en que fue hallada, se llamaba Mercedes Beatriz Landa, y pertenecía a una familia bien acomodada de clase alta. La protagonista principal cambió su nombre por el de Claudia Victoria Poblete Hlaczik, pero no pudo cambiar su familia del corazón, aquella pareja la crió como hija propia, y que le ocultó la verdad hasta que la intensa búsqueda de su familia biológica pudo dar con su paradero, y comprobaron, análisis de ADN mediante, que pertenecía a ese grupo familiar. Para la familia Poblete, siempre será “Claudita”, aunque tengan muy poco contacto, aunque no los haya invitado a su casamiento por iglesia, aunque siga llamando “mamá” y “papá” a sus apropiadores.


Las hermanas satánicas

Gran parte de la población recuerda el extraño caso en que dos hermanas mataron a cuchillazos a su padre, en un rito “satánico”. Pero pocos, conocen la verdadera historia de sus protagonistas, y principialmente, el infierno que tuvo que vivir Gabriela Vázquez luego de ese triste acontecimiento. Su hermana enloqueció, y con ella, su realidad se trastocó por siempre. Es probable que muchos de los que hayan leído su historia en las páginas de los diarios de la época no conozcan realmente que Gabriela no estaba loca, ni pensaba que el diablo se encontraba en el cuerpo de su padre, ni que, erróneamente haya sido encerrada en un instituto psiquiátrico estando completamente cuerda. Las construcciones mediáticas muchas veces hacen que las verdaderas historias no trasciendan por el simple hecho que no venden tanto como la mirada que sentencia a personajes hasta entonces desconocidos a cargar una cruz injusta y prejuiciosa.

Operativo repulgue

Un mismo lugar, Famaillá, en la provincia de Tucumán aloja en su historia dos sucesos que poco tienen en común, y que sin embargo, conviven en la realidad colectiva de los habitantes zona. Por un lado, un famoso concurso de empanadas que no escapa a los arreglos propios de la sociedad política argentina, ni a las estrategias de venta y márketing de la actualidad; por otro, hogar de gran parte de los detenidos y desaparecidos de la dictadura militar, que dejó incompletas a muchas de las familias tucumanas durante esos años. El autor cruza las historias de los protagonistas para dar forma a una crónica sobre la Fiesta Nacional de la Empanada, donde los pobladores de esta ciudad de Tucumán organizan año a año la elección de una campeona de las empanadas, en un lugar que alguna vez supo ser cuna de la dictadura. Una festividad de gran repercusión local que no logra tapar con un simple repulgue un suceso tan aberrante.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Segundo round: Cronica

A modo de práctica, una croniquita que se desarrolla en la UNQ:

Salgo del aula con el objetivo de recorrer la facultad, en busca de plasmar un registro de las impresiones que voy identificando a medida que avanzo. Enciendo un cigarrillo y comienzo a caminar con mi amigo Fabián. Una primera pregunta marcará el rumbo de mi mini paseo:

- ¿A dónde vamos?
-No se, caminemos.

Me detengo para leer un cartel que anuncia la Fiesta de la Primavera en la Unqui, e inmediatamente me viene a la memoria el festejo del que fui parte, el año pasado, en el mismo lugar.

Unos pasos más adelante, y la vista se satura de carteles y pancartas con propagandas políticas, tan típicos en épocas próximas a las elecciones internas de la Universidad.

Encaramos para afuera, pero el frío nos hace retroceder, obligandonos a cambiar el rumbo. Nos llama la atención un tumulto de gente detrás de la escalera. Un muchacho que parecía estar en el tema, nos contó que se estaba inaugurando la muestra "Rocambole" del artista Ricardo Cohen, y que permanecerá en la Universidad por algún tiempo. El autor de las obras se muestra resuelto, se saca fotos, firma autógrafos.

Se acerca la hora de volver... Una pregunta reflota en el aire:

- ¿Volvemos?

Reflexión sobre el género Entrevista

La entrevista puede resultar un medio más que interesante para conocer la “singularidad de algunas privacidades” (Archuf, 1994) que valen la pena ser contadas. Permite el contacto con el mundo, a través de historias de vida que merecen ser contadas. Es un género dinámico cuyo eje principal es una conversación entre dos personas, por lo general desconocidas entre sí, con un eje temático pautado de antemano por el entrevistador. Como lo apunta Archuf, “fragmentaria, como toda conversación, centrada en el detalle, la anécdota, la fluctuación de la memoria, la entrevista nos acerca a la vida de los otros, sus creencias, su filosofía personal, sus sentimientos, sus miedos.” Es decir, es una forma de acercamiento con el punto de vista del entrevistado, mirar el mundo con los ojos de otro.

En cuanto a los temas a tratar, Ulibarri aconseja organizar las preguntas en orden prioritario, y tratar de seguir el orden de las preguntas que se hayan preparado. Sin embargo, una fuerte presencia del azar puede desviar la conversación hacia puntos impensados. Respuestas controvertidas, interrupciones, evasiones, forman parte de esta actividad donde la capacidad del entrevistador por mantener el hilo de la charla es escencial para generar una reportaje interesante y ordenado. Por tal motivo, es conveniente estar preparado para modificar el orden del cuestionario, sustituir las preguntas, o improvisar sobre ciertos temas.

Los roles no son intercambiables: la relación entrevistado - entrevistador debería mantenerse a lo largo de la charla, siempre con un trato cortes y respetuoso, aunque muchas veces, por su carácter cotidiano, flexible y espontáneo, las formalidades se desdibujan y permiten un intercambio relajado entre los participantes. En ciertas oportunidades el reportero debe tomar las riendas de la situación para mantenerla “bajo control”. En palabras de Archuf: “¿Cómo funcionan los turnos en la entrevista? Parecería una pregunta irrelevante, por cuanto se trata en general de posiciones no reversibles, donde el cambio de voz estaría dado por la natural conclusión de la respuesta, y el rumbo de la charla por un “mutuo consentimiento”. Sin embargo, no escapa a ninguna de las tretas de las que tenemos una vieja experiencia: disputar el espacio del otro, desviar una pregunta, interrumpir un hilo narrativo, desautorizar, agredir, cortar la palabra.

Ante respuestas evasivas, es necesario prestar atención al posible motivo de esa actitud y contar con la rapidez para cambiar tono, buscar sinónimos, o repreguntar para evitar la incomodidad de la situación. Como dice Ulibarri: “Con temas polémicos, que probablemente favorezcan la renuencia del entrevistado, trate de imaginar con anticipación como intentará eludir algunas preguntas, y tenga preparadas opciones para repreguntar. Además, recuerde que mientras más clara sea para usted la situación, así fácil le resultará improvisar sobre la marcha

Consejos útiles a la hora de entrevistar y tips que es preferible no olvidar pueden encontrarse en los textos de Ulibarri y Archuf: en una charla que puede durar tanto 30 minutos como 2 horas y media, mejor estar preparado para registrar de manera óptima el amplio abanico de preguntas y respuestas que pueden llegar a sucederse.

martes, 9 de septiembre de 2008

Paradigma indicial y escritura

Indicios

Raíces de un paradigma de inferencias indiciales

Guinzburg, Carlo


En relación con la escritura


El texto de Guinzburg habla de la necesidad de identificar lo individual con la finalidad de que nada quede en el anonimato. Tanto Morelli como Mancini, desarrollan métodos interpretativos, que están basados en las características secundarias que identifican e individualizan a los seres humanos. Respecto de la escritura, cada uno tiene una forma particular de escribir y expresarse, y va dejando “huellas” a medida que la producción escrita avanza.

Estas huellas son indiciarias de lo que se busca comunicar, la adjetivación (un ejemplo entre muchos otros) es una forma de dar cuenta de esas huellas que guían al lector de acuerdo con lo que el escritor desea transmitir. A través de este paradigma, se logra reconstruir las características particulares que hacen única la manera de escribir de los seres humanos.

Tomando como punto de enfoque los detalles menos trascendentes, nace el método interpretativo basado en lo secundario, es decir, lo que está “oculto” y que hay que hallar. Las palabras nunca son inocentes: descubrir las huellas que el autor quiso borrar (o no) es una tarea que requiere afinar la mirada y sacar conjeturas para interpretar al mejor estilo Morelli aquello que nos permita ponernos en contacto con la escencia del texto escrito.


lunes, 8 de septiembre de 2008

"Música para camaleones" Truman Capote

Algunas apreciaciones:

*descripción minuciosa y detallada
*en principio parece ser una entrevista, pero mezcla otros géneros, como la crónica y la narratción
*hilo conductor no es fñacil de identificar - multiplicidad de temas
*diálogo siempre presente
*intercambio de roles (entrevistador-entrevistado) que presta a confusión del lector
*situación de paridad - conversación
*presencia de imagenes visuales
*continuidad de imagenes que producen efecto de extrañeza

Nota (shhh)

Antes de publicar la entrevista, pasó por varios filtros que me ayudron a afinar la mirada y replantearme algunas cuestiones de presentación y corrección. Amigos y familiares se prestaron para funcionar como "lectores voluntarios", y me dieron una opinión objetiva en cuanto a mi producción. Algunas frases confusas, que podrían llegar a interpretarse de forma equivocada fueron modificadas total o parcialmente. Es probable que no haya reparado en ellas a la hora de redactar, quizás por tener en mis manos el material llamado "de primera línea" (archivo de sonido, desgrabación cruda). Pude entender la importancia de la opinión de los lectores en cuanto a la producción de un texto claro y entendible.

Entrevista: decisiones a la hora de editar

No es sencilla la tarea de editar. Se pone en juego una balanza dentro de mis pensamientos, dónde debo decidir que pesa más en cuanto a importancia y riqueza de la charla, y cuales son aquellos datos menos relevantes o accesorios.
En primer lugar, hice una breve presentación de mi entrevistado, y por qué me resulta interesante contar su historia, es decir, su particularidad. Luego, una introducción que atrape al lector, y lo invite a seguir leyendo el texto. A continuación, comienzo a hacer un recorrido por la charla que mantuve con mi entrevistado durante aproximadamente 45 minutos. Si bien mantuvo una tendencia cronológica, a la hora de editar elegí y reacomodé las respuestas para que el texto tenga un hilo conductor que mantenga la atención de los lectores.
En algunos casos, utilicé el estilo directo para dar autenticidad a la entrevista, y mantener la fidelidad a las palabras pronunciadas. En otros, el estilo indirecto presenta la voz del entrevistado, entre comillas, cuya función fue la de aseverar apreciaciones propias sobre determinados temas.
Busqué nexos entre los distintos temas que se fueron dando a lo largo de la charla, y los conecté de forma ordenda y lo más coherente posible.
Por último, una frase contundente que sirva de cierre. (nota: está última frase, no fue lo último que me dijo el entrevistado. Sin embargo, me pareció adecuada para generar una conclusión respecto del motivo de la entrevista).

Entrevista: sin pelos en la lengua

El primer paso para concretar la entrevista, fue coordinar con el entrevistado una fecha y hora conveniente para ambos. Luego de un repaso de las preguntas y el obligatorio chequeo de las pilas del grabador, estuve lista para comenzar. La buena predispocisión del entrevistado para contar las experiencias adquiridas a lo largo de su vida, facilitó muchísimo mi tarea. Quiso "espiar" las preguntas guías que había preparado de antemano, y que me ayudarían a mantener el hilo de la conversación sin olvidar ningún detalle.

Presté mucha atención a ciertos aspectos de la persona que entrevisté, como gestos, miradas, cambios en el tono de voz, en su postura..., así como también al sitio en el que me encontraba, un centro cultural cargado de anécdotas, ansiosos por ser conocidas.

En una entrevista, debe ser el periodista quién guíe la conversación. Ante algunas evasiones (también identificadas con la frase: “irse por las ramas”), es conveniente analizar el posible motivo para aquella actitud. Para evitar poner incómodo al entrevitado, o poner el riesgo la actividad que se está realizando, me pregunté hasta que punto se puede indagar sobre la vida privada de un desconocido al que estoy interrogando.

Salí de aquel lugar, con mi grabador lleno de historias, y con un nuevo desafío: lograr plasmar en palabras la escencia del aquel personaje.

Al ritmo del 2 x 4 - Entrevista a Armando Mazantini

Al ritmo del 2 x 4


Armandito” Mazantini tiene 80 años, y es profesor de tango. Hace 15 años, decidió dejar su actividad como arquitecto paisajista para dedicarse por completo a su pasión por la danza. Declara que bailar tango es “sólo cuestión de animarse y empezar”, y que los argentinos aún no se dieron cuenta de la importancia de conocer “los secretos del tango”.


Hacia el final del corredor, se encuentra de pie, ensayando algunos pasos de baile con un tango clásico que suena de fondo. Se saca el sombrero para saludar, y con su típica indumentaria arrabalera, invita a seguirlo con la enredada coreografía que improvisa, al ritmo de una voz melancólica acompañada por el sonido de un bandoneón. Señala unas marcas en el piso, que ayudarían a cualquier principiante a dar sus primeros pasos en la pista. Desliza sus zapatos lustradísimos con gracia y soltura. Sólo interrumpe su demostración para conversar con una parejita curiosa, que entra al centro cultural para preguntar por las clases particulares que aquí se ofrecen.


Armando Mazantini, a sus 80 años, reparte su tiempo entre sus dos pasiones: su familia y el tango. Se declara un amante incondicional de esta reconocida danza que mantiene su vigencia “gracias a que la juventud también está tomando el tango y lo está haciendo crecer”. Armandito, como lo llaman cariñosamente, comenta que hace tiempo dejó de trasnochar en la milonga (también reconocido como baile o festín por el lunfardo porteño) porque “mi fuerza y energía, que es la de un hombre mayor, la quiero emplear solamente lo imprescindible, que es enseñar, transmitir y de vez en cuando, para no quedarme, bailar con alguna profesional, un poco de práctica intensa para mantenerme en estado”.


El encuentro se concretó casi una semana después de solicitada la entrevista: Armandito tiene una agenda muy apretada, en la que organiza sus clases diarias, grupales e individuales, en varios lugares de Capital Federal.


A medida que la conversación avanza, recuerda aquellos tiempos en que el entrenamiento y la destreza en el baile era un requisito escencial a la hora de asistir a una milonga. La rigurosa selectividad de las mujeres para eligir un compañero de baile, obligaba a los hombres a practicar la danza entre ellos, turnando roles para practicar las figuras clásicas que les aseguraran estar a la altura de las exigencias femeninas: “un varón que supiera bailar, con los zapatos atados con alambre, por falta de recursos y de dinero, era más solicitado que el varón que no sabía bailar, trajeado, con sus zapatos y su pinta.” Armando destaca la importancia del abrazo en esta danza caracterizada por la sensualidad y la intensidad de la conexión entre los bailarines: “Un tango con una pareja abrazada, es como un romance que dura tres minutos con una persona desconocida, donde no hay ningún compromiso. Después de esos tres minutos, se terminó el romance, se terminó todo. Entonces ese momento lo tienen que disfrutar”


Sin embargo, no siempre se dedicó a dar clases de tango: “veía que económicamente no resultaba. Yo veía a los grandes del tango bailar por poca plata”. Sin olvidar su pasión por la danza, estudió paisajismo en la Facultad de Agronomía, y se dedicó a la especialidad de crear jardines con movimientos de agua, por lo que pudo destacarse y progresar como arquitecto paisajista. Participó en 100 exposiciones, y a lo largo de su carrera efectuó más de 4000 obras enmarcadas en la empresa que fundó hace 40 años, y que compartió con su hija y socia, hasta que decidió abocarse a su pasión desde siempre.


- ¿Cómo era trabajar junto a ella?

- Como éramos socios, la obra se componía de dos partes: yo me encargaba de la parte gruesa, de manejar al personal, excabaciones, algo de albañilería, las compras de insumos. Mi hija estaba en la parte artística, porque ella es pintora y escultora. Viendo que los años se me veían encima, hace 15 años atrás le dije: "Yo te quiero regalar la empresa que fundé, porque me quiero dedicar desde ahora hasta que me muera a bailar".


- ¿Dedicarse al tango fue una decisión que la tuvo que meditar mucho tiempo?

- Sí, lo pense mucho, y hable con mi familia. Lo primero que me preguntaron fue si iba a vivir del tango. Les dije que el tango no da para vivir, pero sumé y me di cuenta que puedo tener lo que quiero hasta que me muera sin necesitar de nadie, para evitar reproches. Por eso hice los números bien hechos y tomé la decisión. Primero fue resistida un poquito, porque el tango se relacionaba siempre con el cabaret, el cafisho, el prostíbulo... Siempre fue mal visto. Pero eso fue cambiando y mi familia me acompaña porque me ve muy contento con lo que hago.


Con el apoyo de su familia, y el entusiasmo de poder enseñar sus conocimientos y habilidades en la pista, Armandito se calzó los zapatos de baile y se animó a cambiar su rutina diaria y su estilo de vida para abocarse a su labor como docente.


Se enorgullece al hablar de su matrimonio, y declara que está enamorado de su mujer, una artista plástica con la que se casó hace 56 años, hecho que se toma con mucho humor: “Ya pasé por las bolas de oro y ahora voy por las bolas de diamante, que son 60 años de casado” (risas). Se considera un referente casi único en el ambiente, “porque a pesar del tango pude conservar una misma mujer y formar una linda familia”


- ¿Por qué eso es algo tan particular en el ambiente del tango?

- Porque me supe cuidar. Es como entrar en un gallinero y es muy dificil que uno no se ensucie. Sin embargo, uno puede estar ahí, y entrar y salir sin ensuciarse, pero con mucho cuidado. Porque lo que no me gustaría que me hiciera mi mujer, yo no se lo quería hacer a ella. Eso fue lo que me permitió conservar la mujer que tengo.


Los cuadros de su esposa adornan las paredes que conforman la pista de baile del Centro Cultural San Pedro Telmo, ubicado a metros del Parque Lezama, donde Armando enseña las técnicas del 2 x 4 de lunes a jueves, y los domingos ofrece una clase abierta y grupal, en la que sus alumnos demuestran sus habilidades a los visitantes de la reconocida feria de la calle Defensa.


A pesar de su trayectoria como docente, Armandito no se considera como tal: “El mejor maestro del tango, es la práctica. El tango es una música imposible de bailar sin sentimiento. Quiere decir que si para bailar tango hay que poner un sentimiento, los que dicen que son maestros, mienten, porque los sentimientos no se pueden enseñar. Yo no puedo enseñar el sentimiento que hay que poner para bailar tango, eso nace en cada uno. A mi me dicen que soy maestro, pero no lo digo yo eh!, me lo dicen ellos”.


- ¿Usted como se autoconsidera?

- Yo me considero un entrenador, un instructor. Yo enseño figuras, técnicas, ejercicios, y con todo eso se puede bailar, pero el sentimiento, lo verdadero del tango, aparece cuando uno lo coloca. Por eso es que las vivencias están en el cuerpo, pero lo tiene que sentir cada uno.


Armando aprovecha el creciente interés de los turistas que vienen en busca del verdadero tango argentino, ansiosos por aprender algunas figuras del 2 x 4 para mostrar en sus países natales. El boom del tango en el exterior es tal que se organizan competencias y festivales que hasta pueden durar varios días, a los cuales se inscriben gran cantidad de participantes de una variada gama de nacionalidades. Los aprendices extranjeros pagan hasta $100 por clase para conocer los movimientos que les permitan lucirse en alguna de las tantas milongas porteñas que se reparten por distintos barrios de la Ciudad de Buenos Aires.


La inevitable tendencia de los extranjeros a relacionar a los argentinos con el tango, llevó a Armandito a dar clases en el Congreso de la Nación: “los legisladores que viajan a todo el mundo por distintas razones, se encontraron que ahora llega una delegación de argentinos a una recepción, a un cóctel o a una reunión ¡les piden que bailen tango! y claro, arrugan porque no saben”. Todos los viernes les enseña a diputados y senadores de entre 40 y 70 años, a aprender los movimientos tangueros que tan solicitados son en el exterior del país.


Aún se sorprende al comparar el interés de los extrajeros con el de los argentinos por la típica danza porteña: “a pesar de la gran movida que hay en Europa y Estados Unidos, muchos argentinos viendo, leyendo lo que está pasando allá, piensan: '¿Qué le vieron de importante?' y yo les contesto: 'Búsquen de ver ustedes dónde esta la importancia del tango'. Hay que empezar a bailar.”


Teniendo pleno conocimiento de que “sólo una pequeña parte de los argentinos lo bailan”, expresa que “es lamentable que uno vaya a una reunión, o a un casamiento, y todos salgan a bailar el carnaval carioca, las mesas quedan vacías. Pero cuando ponen un tango, todo el mundo se va a sentar y la pista queda vacía.”


-¿Por qué cree que la gente no se le anima al tango?

- Porque el argentino no lo tomó al tango todavía. Por eso es que yo les digo a mis alumnos, que un beneficio muy grande es precisamente ese, que cuando todos se borraron, ellos se quedan en la pista, porque saben bailar. Van a ser la admiración de todos, y van a tener la satisfacción propia de haber aprendido y saber bailar el tango.


Los sábados, Armando da clases de tango en el Hospital Británico para personas mayores de 60 años, en el marco de un programa llamado “Vivir la vejez plenamente”, ideado y coordinado por una de sus nietas que es psicóloga. Los asociados al plan de salud del hospital se acercan por curiosidad, y luego de las primeras clases su entusiasmo es tal que tienen como objetivo demostrar que a pesar de su edad, es posible aprender a bailar tango. “Estoy en esa tarea que me encanta. La hago con mucha vocación y amor en el corazón”


A lo largo de la charla, Armando despliega su amplio abanico de conocimientos acerca del tango, porque es parte de la historia que lo conforma. Y no repara en modestias para admitir que es admirado por alumnos, espectadores y otros profesores de tango.


- ¿Cómo se lleva con sus colegas?

- Mis colegas están fascinados, y soy un gran referente para ellos porque a esta edad se puede hacer lo que yo hago. Yo no voy a competir con ninguno de ellos, no puedo competir con la juventud ni con mis colegas. Yo lo que les puedo decir es que a los 80 años, bailo. Y ellos saben como bailo, por eso me aprecian mucho, simpatizan conmigo, me dicen: "Ojalá que yo a los 80 años pueda bailar como vos". Soy un ejemplo para muchos.


Siempre sosteniendo una mirada intensa, asegura que no se arrepiente para nada de haber dejado el paisajismo por el tango: “Tomé esa decisión porque pensé que con el tango sólo iba a disfrutar de lo que me gusta hacer. Pero me encontré con una veta económica, porque me está yendo muy bien como docente. Fue algo inesperado. Uno toma deciciones, a veces acertadas y otras desacertadas. Y yo acerté”.